La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
La aldaba
El alcalde Espadas suprimió el precioso mobiliario de caoba de Cuba del Salón Colón por uno de estilo Ikea que rechina en la suntuosidad de una estancia que data de 1871. El alcalde Zoido dejó en el Paseo del Marqués de Contadero una de las más logradas muestras del urbanismo duro o moscovita. Donde había maderas nobles de la Sevilla del 29 se pusieron materiales vulgares, funcionales y anodinos en un proceso de “modernización” que costó 200.000 euros del ala. Donde había árboles de generosa sombra dejaron un solarium como la pista de aterrizaje de un portaaviones. Hemos sufrido demasiadas catetadas de gobernantes asesorados por gente sin criterio. No es un mal propio de Sevilla, sino de muchos ayuntamientos donde han pululado mandatarios carentes de tacto, sobrados de osadía y sin conocimiento alguno sobre el valor del patrimonio que les tocaba gestionar de forma provisional. Tenemos una ciudad original, distinta y con sello propio, pero nos empeñamos en vulgarizarla. Ocurre en el edificio de las Casas Consistoriales, en el susodicho paseo al que ahora por fin ponen unos toldos (de estilo parque empresarial)y en cierto hotel de cinco estrellas del que no queda rastro de la elegancia que un día fue su timbre de gloria. Sevilla es una ciudad barata. Si fuéramos un hotel tendríamos cuatro estrellas a duras penas pero, por supuesto, presumiríamos de la quinta. Para eso tenemos a los pregoneros de guardia, para levantarnos el ánimo. En caso de desánimo de la tropa no hay nada como recurrir a los poetas y trovadores. ¡Moral alta! El mal gusto es transversal, se extiende a la derecha y a la izquierda. Esperando estamos no un autobús de Tussam, sino a que el alcalde Sanz recupere el mobiliario de caoba. Somos de esperanza.
Mientras tanto disfrutamos de un soplo de aire fresco, de un rayo de luz, de un motivo para soñar con que todo no está perdido. La Dirección General de Protocolo y Casa Consistorial, que es de las que funciona, ha incoado el expediente para la instalación de nuevos visillos de lino en los ventanales de la planta baja y primera del Ayuntamiento. Son necesarios en las estancias del Grupo de Izquierda Unida, la Secretaría, la Galería San Fernando, el comedor y algunas otras. Sevilla es una ciudad con grandes aficionados a descorrer el visillo y mirar hacia el exterior sin ser vistos. El visillo es todo un símbolo. Tenemos ya toldos de diseño junto al río, pero al menos tendremos pronto visillos de lino en la Plaza Nueva. Seguiremos sentados a la espera de que Oseluí recupere la caoba perdida, otro símbolo. ¿No apostó por las farolas fernandinas? Seamos optimistas, que siempre es más saludable.
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