El vino (sevillano) de Cristo

‘Corona de espinas’ se extrae de la fermentación de la uva que se hacía bajo la égida de Roma

12 de junio 2024 - 01:00

Entre la Biblia y el celtibérico “¡Viva el vino!” de Mariano Rajoy, la historia del preciado caldo es la de un vasto y fabuloso recorrido por el tiempo de antes del tiempo. Tras bajar las aguas del diluvio, lo primero que hizo Noé fue plantar una viña. También en el Génesis Isaac da la bendición a Jacob apelando a que Dios le concediera el rocío del cielo y de la tierra abundancia de grano y vino nuevo.

En la sufrida Palestina, en la Universidad de Ariel (Cisjordania), enólogos e historiadores se han llevado años estudiando qué tipo de brebaje es el que aparece en diversos pasajes evangélicos, donde el vino se convierte en fábula fermentada de lo críptico. Se descartó que el de la Última Cena fuera un vino hecho con uvas tintas, diluido en agua y condimentado con especias o miel. El imaginario de la transustanciación (por no hablar de la leyenda del santo grial desde Chrétien de Troyes) nos ha hecho pensar que el misterio de la sangre de Cristo en la eucaristía debía tener el color cárdeno del vino tinto. Pues nada de eso. Al parecer, el vino empleado en la Última Cena pudo ser un caldo denso, pero blanco, de cierto cuerpo y con leve toque añejo, de unos 13 grados de alcohol y todo producido por uvas de la variedad Marawi. Tras años de estudio también (en este caso en La Rioja alavesa), en Bodegas Valdeana se cultivó esta variedad de uva con la certeza de que de la Marawi procede el vino de la Última Cena (de color amarillo verdoso, con aromas florales y acidez fresca y agradable). Bodegas Valdeana no ha querido comercializar aún el posible vino de Jesucristo y, si lo hicieran, dicen sus hacedores que sería con fines caritativos.

Viene a cuento esta cata de la sangre de Cristo tras leer en este diario que una empresa de Benacazón, Vinos con Historia (Alianza Mágica), ha lanzado un vino que podría haber sido el usado en el milagro de la abundancia en las bodas de Caná, como lo refleja el Evangelio de Juan (lo hemos visto recreado en un capítulo de la serie The Chosen, con su peculiar Jesús de Nazaret). De ahí este Corona de espinas, con el que brindamos por todo bendito bodorrio, de Benacazón a Armenia, primer confín de religión cristiana oficial en el mundo. Dicen sus promotores que la uva empleada en Caná pudo ser de la variedad syrah, de origen persa (la uva alobrógica de los romanos). Corona de espinas se extrae de la fermentación de la uva que se hacía bajo la égida de Roma. O sea, en vasijas de barro, previamente recubiertas de miel, con su macerado de rosas y violetas. Iremos, pues, a probarlo a Benacazón de Judea.

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