La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Minerva, la diosa del gobierno local
Ha vuelto a hacerlo. Vinicius ha vuelto a decir, en una entrevista en la CNN, que en España hay un problema de racismo y que él es una víctima. La entrevista se difundió tres días antes de que el árbitro Alberola Rojas le perdonara la expulsión y le obsequiara con un penalti ficticio en el partido frente al Real Betis. No obstante, él se siente maltratado. Esta vez ha admitido que la mayoría de los españoles quizás no sean racistas y que vive “en un país agradable”. Pero también defendió que se retire la concesión del Mundial 2030 a España “si no evoluciona”. Es una propuesta intolerable de este engreído futbolista. Si Vinicius fuera de raza blanca, se pasaría sancionado más de media Liga. Pero los árbitros le perdonan tarjetas, y le consienten todo tipo de protestas por el miedo al qué dirán.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, que es hincha del Atlético, le ha pedido que rectifique. Supongo que a Florentino no le harán demasiada gracia estas salidas de tono de su estrella, ahora a la sombra de Mbappé. Según algunos rumores, se está buscando su futuro en Arabía Saudí, donde al parecer hay menos racismo. Pero resulta que Florentino está intentando conseguir que la final del Mundial 2030 se dispute en el estadio Santiago Bernabéu. No para gloria de España, sino del Real Madrid, que se gastó una millonada en las últimas obras.
Sin embargo, Florentino tiene al enemigo en casa. Por un lado, a Pedro Sánchez, que al parecer ha prometido a Marruecos que la final del Mundial 2030 se disputará en el nuevo estadio de Rabat. Y en esas aparece Vinicius, insinuando que el Mundial 2030 no se debe disputar en España, ese país donde le insultan los racistas.
España es menos racista que Francia, Alemania, Holanda e Italia. Como lo demuestra que ese discurso aquí sólo les funciona a Pedro Sánchez y a Vinicius. Pues este nuevo Martin Luther King que nos llegó de Brasil a sus 18 años (y que se ha convertido en estrella mundial en el país de acogida), se beneficia del color de su piel. Perdonan casi todos sus aspavientos y reproches a los árbitros. En el partido frente al Betis se volvió a ver. El problema que tiene Vini Jr. no es el racismo, sino su chulería. Es un futbolista que protesta por todo, que provoca y exagera, que da patadas o manotazos cuando se enfada con sus rivales, y que se tira en el área con frecuencia para buscar falsos penaltis.
Por supuesto, además de eso, es un crack del fútbol. No necesita las provocaciones. Ni imitar el discurso de ciertos políticos. Se equivoca y le equivocan. Si España fuera un país racista, Vinicius no jugaría aquí.
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