Julián Aguilar

Vidas intensas y fructíferas

31 de enero 2025 - 03:00

Leía hace poco una biografía de Bernardo de Gálvez, héroe insuficientemente conocido tanto en Estados Unidos como en España (donde, además, no hay el menor interés en saber más de los personajes que, como él, protagonizaron hitos que jalonan nuestra Historia, por objetivamente asombrosos que fueran). Vivió cuarenta años, suficientes para llenar lo que normalmente sólo cabría en varias vidas bien exprimidas.

Me dio por pensar en la gran cantidad de personas que sacan provecho a su vida, a su tiempo, que en sus años dan mucho de sí. Y esto en todos los ámbitos de la vida. No sólo en tiempos pasados, un tanto caliginosos, difíciles tal vez de conocer y entender desde la perspectiva actual. También en épocas hodiernas.

Podríamos empezar a lo grande, hablar de Jesús, personaje histórico que vivió entre nosotros unos treinta y tres años. Muchos dudarán de Su divinidad, pero no de que el impacto de su vida en la posteridad fue tan estruendoso como duradero. Pero sería un ejemplo injusto, imposible, otra categoría.

También el macedonio Alejandro vivió casi los mismos treinta y tres años (no llegó a cumplirlos), tres siglos y pico antes. Le bastaron para, desde el norte de Grecia, enseñorearse desde Egipto hasta la India, fundar ciudades, poner las bases de una época, la helenística, que duró tres siglos y cuyo influjo se prolongó aún más. Pese a la disgregación inmediata de su imperio tras su muerte.

Pero no quiero subrayar el hecho de que algunas vidas fuesen breves (Joselito muere con veinticinco y cambia el toreo; Mozart con sólo diez años más nos dejó seiscientas obras y sin duda fue cumbre de la música de todos los tiempos), pues la brillantez breve puede ser un mero fuego de artificio, efecto de una precocidad que no se sostendría en el tiempo o de una facilidad para un campo concreto. Lo que me gustaría destacar es que hay quien, famoso o no, en el pasado u hoy, vive la vida aprovechándola, dando fruto.

Por supuesto, hay personajes que lo mismo torean que escriben teatro, dan conferencias en Nueva York o de comer a los poetas del 27 o presiden un club de la ciudad (siendo aficionados al otro…), por pensar en Sánchez Mejías, cuñado del citado Joselito. Pero me refiero más bien a quien, profesor de instituto, enfermera, abogado o programador informático, hace bien su trabajo y dirige una asociación cultural o una ONG, aglutina a los amigos, escribe cuentos de Navidad para felicitar a sus amigos, educa a los hijos con su ejemplo, se compromete con mil proyectos y (lo más importante) cumple. Me refiero a quienes le sacan todo el jugo a su tiempo, a su valor y a su capacidad. A algunos, muy excepcionales, les dará para gestas que impacten la Historia. Otros sólo impactarán en su entorno, que no es poco. Otros, tal vez la mayoría, nos limitamos a vivir. Identificar ejemplos, famosos o cercanos, brillantísimos o sólo esforzados, de personas “que cunden” nos ayudaría a exigirnos un poco más.

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