La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Imagino que muchos de ustedes habrán sufrido el martirio de buscar en una de tantas plataformas una peli para ver. En casa no somos de series así que la primera criba ya está hecha. No llevamos bien el racionamiento por temporadas ni sabemos administrarlas sin darnos un indigesto atracón. Encima, las series roban el tiempo para leer. Yo le cedo gentilmente la labor de rastreo a mi marido, que es más paciente y hábil. Él sabe buscar con dominio intuitivo, en los intrincados índices de directores, actores y títulos, que parecen jugar al escondite. Sobre todo, no desespera, aunque el tiempo pase y sepa que, cuando al fin la encuentre, me quedaré dormida a los cinco minutos. Jamás desiste. Lee las sinopsis y es capaz de averiguar en esas tres líneas si merece la pena o no. A veces se le escapa una obviedad, que todos los argumentos son iguales. Yo, hago como que estoy en mi libro y cuando me pregunta, levanto la mirada y me limito a decir: esa ya la hemos visto, nazis ni pensarlo, qué hartura de Guerra Civil y, por último, busca en clásicos por favor. Hasta ahí todo normal.
Lo curioso es que los informativos de la tele producen el mismo hartazgo. Otra vez la misma guerra con los mismos fanatismos y la destrucción de siempre. Otra vez Trump con su extraño colorido de piel y de pelo, como si se hubiera arrebatado el color en la pantalla. Otra vez la corrupción venezolana y Zapatero tapándole las vergüenzas. Otra vez los partidos de extrema derecha ganando peligrosamente la partida en Europa. Otra vez Bárbara Rey con el circo de hace treinta años y sus miserias. Otra vez la ministra de Hacienda aplaudiendo sus propias contradicciones con el dedo tieso, el gesto ordinario y la sonrisa forzada. Otra vez la violencia en el fútbol con encapuchados y sus razonamientos injustificables. Otra vez el Gobierno retirando las leyes que no puede aprobar; Puigdemont extorsionando y divirtiéndose; Sánchez negociando con el independentismo por debajo de la mesa su sillón y nuestros bolsillos; García-Page aireando su dócil rebeldía; Marlaska mirando para otro lado. Otra vez Feijóo despistado. Otra vez Vox haciendo daño. Otra vez la escasez de viviendas y la burbuja inmobiliaria. Otra vez.
Cómo no refugiarse en un documental que, también, otra vez, nos cuente cómo se aparean los animales en la despiadada selva. Tiene que ser de nuevo un poeta amigo quien me abra los ojos con los versos de León Felipe. Quien me enseñe que todo es así siempre, de la misma manera. Yo misma cuando escribo.
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