¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Capitanía y los “contenedores culturales”
Nadie se acordó en la ceremonia de entrega de los premios Goya de los dos guardias civiles asesinados la noche anterior en las aguas del Puerto de Barbate. Ni un lazo negro, ni un minuto de silencio, ni una muestra de pesar. Nada de nada, tan sólo el silencio más cruel, canalla, miserable y revelador de la catadura moral de quienes estaban llamados a tener un gesto de condena, afecto o solidaridad. El silencio prueba que son de mentira. Son sectarios. Solo responden a consignas que podríamos tildar de comerciales, de atrezo o de mera conveniencia. Se creen sus propias consignas, son víctimas de su propia endogamia, son como un Juan Palomo sin dignidad. No es la primera vez que ocurre semejante despropósito, pero esta vez teníamos alguna esperanza al haberse perpetrado los asesinatos en las vísperas. Nada, todo se celebró como si no hubiera pasado nada. Todos con el esmoquin alquilado, con las elegantes galas o incluso con los trajes de mamarracho o de mamarracha, según los casos. Les importan un pepino los guardias civiles que mataron en acto de servicio. No tienen vergüenza. Aquí no hay moderación que valga. Son ellos los que no sólo no tienen sentido de la moderación, sino que carecen de perfil institucional. Nadie en los innumerables discursos se acordó el año pasado de la Ley del ‘Solo Sí es Sí’ pese que a otros años nos hemos hartado de la Guerra de Irak, del dedito en la cejita, del Prestige, el IVA cultural y hasta de la Conferencia Episcopal. ¡Si hubo unos Goya en los que se exigió la disolución del órgano de gobierno de los obispos españoles! Pero el sábado, nada.
Allí estaba el presidente del Gobierno, jaleado por la reportera de TVE para sonrojo del oficio. La España banal puede con todo. Recuerdo ahora cuando Obama era esperado en Andalucía en 2016. Todo estaba preparado en Sevilla para recibir al presidente, cuando un tiroteo en Dallas dejó cinco agentes muertos, lo que obligó a recortar la agenda española del presidente para retornar cuanto antes a su país por una mera cuestión de decoro, porque no puede seguir todo como si nada hubiera sucedido, como si no hubieran perdido la vida unos servidores públicos. Nos quedamos con las ganas, con el Alcázar abrillantado, las jardineras en todo su esplendor y con los reportajes sobre otros visitantes ilustres en el congelador. Todos entendimos que el Air Force One despegara de la base de Rota antes de tiempo y no se pudieran captar las sonrientes fotografías en el Patio de la Montería, de paseo por el centro o con la Giralda de fondo. Y eso que Sánchez mostró su pesar en público por el suicidio de un etarra en la cárcel... En la Moncloa gobernando y en los Goya figurando. Son de mentira. Está probado.
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