Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
La libertad cuesta. Tiene un precio que no todo el mundo está dispuesto a pagar. Incluso muchas veces no se tiene ni el más mínimo interés en abonar la tarifa aun teniendo jurdeles. La historia demuestra las veces que se vitorean las cadenas. Los hay con verdadera y honda vocación de serviles, de corceles obedientes, de lacayos encantados de serlo. Hay algunos sitios de la ciudad donde se dispara el detector de la libertad. Uno de ellos es la sede del Club de Debate Melchor de Jovellanos, en la primera revuelta de la calle Siete Revueltas desde 2013. Fue fundado por estudiantes universitarios en 1996 en un local de la planta alta de la Casa de Soria, junto a la capillita de San José. Todo el mundo conoce el club como La Revuelta, un local abierto a gente muy variopinta, con un ambiente verdaderamente enriquecedor.
Un día ves por allí al vasco Juan Antonio López de Uralde, fundador de Equo y que lideró la lista de Podemos por Ávila, y a la semana siguiente asistes a una velada dedicada a María Callas. Otro a José Utrera Molina, en una de sus últimas apariciones públicas. Pocos días después a Pilar Távora, al arquitecto Fernando Mendoza, al juez Elpidio Silva, a cofrades del Silencio en una copa de gratitud a Alberto Ybarra, al catedrático Rafael Sánchez Saus, los escritores Fernando Sánchez Dragó o José Calvo Poyato; a los hermanos del Amor en un homenaje a Luis León, a los alcaldes Juan Espadas o Juan Ignacio Zoido, a un ex dirigente de Ciudadanos como Francisco Hervías, a las señoras de Pro-Vida, a los carmelitas calzados del Buen Suceso, a los propios socios del club en sus justos y saludables homenajes a San Fernando, a fundadores de Vox, a cofrades en conciliábulo que tratan de formar una junta de gobierno para presentarse al cabildo de elecciones... El club tiene 80 socios a razón de 14 euros al mes cada uno. Todo el que pide la sede para un acto cultural, social o incluso familiar encuentra las puertas abiertas. Hasta una familia muy numerosa solicitó el local para celebrar la Nochebuena.
En alguno de los actos interviene Juan María del Pino, uno de los socios habituales, para dar la bienvenida. Y explica una de las grandes claves que marcan la idiosincrasia de la entidad: “Aquí no tenemos subvenciones. Nos pagamos el papel higiénico y nos encargamos de poner el rollo nosotros mismos”. Presentaciones de libros, conferencias, catas de vino, exposiciones... Todo tiene cabida en un lugar de encuentro que posee el encanto de la libertad en el contexto del imprescindible humanismo cristiano, la justicia social y el declarado amor a España de sus miembros. El pluralismo de verdad se demuestra con un calendario de actos como el de La Revuelta. Un club que representa la verdadera Sevilla abierta.
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