¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
TODOS a una. No hay sondeo de todo pelaje ideológico, método estadístico o fuente de financiación que no vocee una victoria del PP para las elecciones en las que desde anoche compiten oficialmente las dos R. Rajoy vencerá a Rubalcaba. En eso hay consenso. Pero observo que para muchos eso significa que no serán unos comicios competidos. Que no hay nada que decidir o en juego. Disiento.
Aun barruntando que el PSOE tiene casi imposible ser la fuerza más votada, que no deja de ser una calculada falta de respeto a un electorado que tiene la última palabra; aun admitiendo que el PSOE ha encontrado en Rubalcaba a su mejor candidato posible en el peor momento imaginable; aun compartiendo que Rajoy va a lograr a la tercera -como González y Aznar- el triunfo que le lleve a La Moncloa, las papeletas que eviten el vacío de las urnas (está por ver que las llenen) serán decisivas. Sí. Hay cosas muy importantes en juego.
Y no me refiero sólo a que a esta campaña le viene como un guante el mensaje que ideó James Carville para que Bill Clinton ganase a un George Bush padre que partía como favorito. Sin llamar a nadie estúpido, claro que es la economía -y en concreto el paro, con sablazos como el de ayer- el eje de la acción política de estos días.
Los votos del 20-N serán decisivos: alumbrarán un nuevo tiempo en España. De cambios profundos. Hay millones de personas dispuestas a trabajar sin que ya nadie les garantice un despido bien indemnizado.
Y en Andalucía serán más decisivos. De Andalucía depende -ahí están las agendas de ambas R- la magnitud de la victoria: qué reformas se podrán hacer y en qué condiciones. ¿Un ejemplo? El nacionalismo catalán ora et labora por tener poder decisorio para imponer un pacto fiscal que les dé el fuero que nunca tuvieron. Para evitarlo, los andaluces podemos decidir que en ese nuevo tiempo pervivirá el café para todos. Depende de nosotros. De su voto.
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