La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lluvia en Sevilla merece la fundación de una academia seria
Estaba haciéndose esperar el puñetero, pero siempre llega. Habíamos disfrutado de la propina térmica de junio, con unos días más primaverales que estivales, hasta que dijo basta y en el jueves 11 de julio dijo ya estoy aquí. Y ahora es para quedarse y mortificarnos hasta que acabe la vendimia y el veranillo del membrillo campe a sus anchas. Ya es verano con todos sus avíos y la madrugada de ayer fue para enmarcarla en el cuadro de honor del verano según lo entendemos por aquí abajo. Y nos retrotraía a cuando entonces, a aquel tiempo sin que el hitachi estuviese ni se le esperase. Noches tropicales y cómo sufridos vecinos que hasta regaban la cama sin saber el efecto rebote de la evaporación hasta convertir aquello en una sauna insoportable. No olvidaremos la noche en que este jueves pasó a viernes, qué barbaridad.
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