Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
La Semana Santa es una ventana del Corral del Conde por la que se ve pasar a la Virgen del Rocío con don Eugenio Hernández Bastos en la presidencia. La banda del paso de misterio toca una marcha que se funde con la que interpretan los músicos del paso de palio. Son pocos nazarenos, vamos en familia. No hay cirios morados en el último tramo del misterio. Ni verdes enteros en los que forman más próximos a la Virgen. No hay palermos con plata repujada. La cruz de guía es hermosa por sencilla. Los pinganillos no existen. Somos pocos pero con entusiasmo. En la ventana del corral está mi madre, siempre está. Y siempre pasa una Virgen rociera a la que dar gracias por la salud de la familia, a la que pedir lo que haya que pedir, a la que contar lo que contar y a la que nunca hay que reprochar nada. La Semana Santa son nazarenos que se visten en familia, madres que aguardan en una ventana, padres que esperan en un balcón, sillas donde se sientan quienes nos enseñaron a contemplar un cortejo, palcos del cielo donde nadie falta, porque todos estamos unidos cuando llegan los días grandes. Los que gozan allí y los que soportamos aquí.
La Semana Santa es una ventana del Corral del Conde donde mi madre espera a la Virgen del Rocío con dos claveles blancos para que se vayan con Ella toda la tarde. Un mujer en la ventana, una devoción bajo un palio de malla, un pañuelo de fino encaje, San Fernando en el frontal, un nazareno infantil de hoy con los ojos claros como esmeraldas... Hoy es Lunes Santo de desayuno tras la misa de hermandad, pisadas en la rampa que perturban la celebración, altar de insignias con la nueva cruz de guía, que ya no es tan nueva; mesa petitoria donde dejar la limosna, los años de las Penas de San Vicente en San Isidoro, la compra de cupones en la Alfalfa que eran el certificado por escrito con la fecha de otro Lunes Santo vivido...
El Lunes hay una ventana abierta, siempre la hay cuando pasa una paloma de plata, un pecherín de encajes y unos candelabros de cola con el ángel que juega en el columpio de la infancia. La ventana abierta es un trozo de cielo azul y terciopelos verdes, agua fresca que brota con alegría de la fuente de la pila del corral y unas flores albas que se ofrendan a los pies de la Virgen en nombre de los vecinos antiguos y actuales. La vida es una ventana, un lunes, un corral, una tarde y una noche. La Semana Santa es mi madre en la ventana del corral a la espera de la Virgen para darle las gracias por un hijo sanado.
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