Esto no va de Begoña sí o no

Fuera del ámbito penal, en el que sigue siendo inocente, no es ético ni estético que Begoña desarrollara esas actividades

09 de junio 2024 - 01:00

Si no viviéramos en una sociedad tan polarizada y trincheriza, si la oposición no fuese tan primaria y deslegitimadora, si el presidente del Gobierno fuera algo menos cesarista y populista y si pudiéramos acabar cada campaña electoral sin lamentar que se ha hablado de todo menos de lo que se ventila en cada elección... el caso de Begoña Gómez no se habría salido de madre.

La situación es la siguiente: una señora particular, que no ocupa ningún cargo público ni se dedica a la política activa, es investigada por un juez tras una denuncia malintencionada sobre sus actividades profesionales. Es la esposa del presidente del Gobierno, pero el juez está obligado a indagar si, como piensan los denunciantes, hay indicios o pruebas de que ha podido cometer delitos de corrupción y tráfico de influencias.

Begoña Gómez disfruta de la presunción de inocencia, como todos. Por tanto, es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Y si no se demuestra, habrá sufrido un calvario sin merecerlo. Como todos los imputados que ven archivadas sus diligencias o son absueltos en juicio. Que su marido, Pedro Sánchez, defienda su honradez es lo más normal del mundo. Que dedique su tiempo y sus ministros aspaventosos a atacar al juez que ha admitido la querella y a vincularlo con el fango que la oposición lanza en su contra –que le llevó a su pantomima de dimisión epistolar y que repite en su segunda carta–, ya es menos normal.

No es normal que Begoña Gómez se haya convertido en asunto central de la campaña europea por la acción combinada de los dos partidos mayoritarios. Su caso debe dirimirse donde está, en un juzgado de instrucción y, en su caso, en los tribunales. No es un capricho del juez: la Audiencia de Madrid lo ha respaldado y la Fiscalía Europea también investiga (hay fondos europeos de por medio, como casi en cualquier actividad emprendedora en España).

Independientemente del ámbito penal, el asunto Begoña pinta mal, en mi opinión. Desde el punto de vista político, su situación es difícil: siendo quien es y estando tan próxima a quien está, no debió relacionarse con actuaciones, recomendaciones y gestiones relacionadas con el poder político. No es ético ni estético. Cuando llevaba un mes en La Moncloa dijo en El País que se estaba planteando renunciar a sus actividades profesionales. Es un sacrificio, no sé si justo, que se impone a los cónyuges de los mandatarios. A ellas o a ellos. No lo hizo.

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