El turista, víctima expiatoria

27 de julio 2024 - 03:09

Con los votos a favor del PP y el PSOE, y en contra de Podemos y Vox, el Ayuntamiento ha aprobado solicitar a la Junta que Sevilla cuente con una tasa turística. Se trata de estrujar más la teta turística, que supone un 18% del PIB de la ciudad que en 2023 recibió más de tres millones de viajeros, para invertir lo recaudado en restauración del patrimonio, promoción de un turismo de calidad y sostenible, y los barrios. Entre la turismofilia por razones económicas y la turismofobia por razones de tematización y masificación andamos. Como muchas otras ciudades. Ayer vi un reportaje sobre la masificación insostenible de Mikonos, Roma o Venecia.

Es importante exculpar a los turistas. No llenan calles y plazas de veladores. No abren bares hasta convertir los espacios públicos en comederos al aire libre. No suben los alquileres de los locales ni de los pisos para convertirlos en tiendas para, bares y pisos turísticos erradicando el comercio de proximidad y a los vecinos. No convierten los templos en museos de pago mientras el libre acceso de los nativos sin identificarse se reduce en algunos casos a una hora al día.

La protesta contra los efectos del turismo masivo, que, por supuesto, está sobrada de razones objetivas, apunta a un objetivo erróneo, quizás interesadamente dirigido: el turista. ¿Se pone en cuestión el derecho de cada cual a viajar donde le dé la gana? ¿Quiénes se manifiestan, hasta insultando y acosando a los turistas, no viajan donde les plazca? ¿Y cuándo lo hacen evitan alojarse en especulativos pisos turísticos, sentarse en veladores que abarrotan las vías públicas, empeorar con su presencia los monumentos y espacios masificados, comprar en comercios ex profeso abiertos para ellos erradicando otros de proximidad?

El daño más grave no lo causa el turista, sino su explotación sin límites. Lo causan las administraciones no regulando los pisos turísticos, concediendo licencias de veladores hasta saturar calles y plazas convertidas en bares al aire libre. Lo causan los nativos que, aprovechando la dejadez de las autoridades, explotan el turismo masivo. Lo causan los responsables de los templos convertidos en gigantescas cajas registradoras góticas o barrocas.

Sin embargo, como ha sucedido en Barcelona y Mallorca, los manifestantes cargan contra los inocentes turistas, incluso acosándolos, en vez de contra las culpables autoridades. Injusto.

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