¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El arte de renombrar un puente
Puntadas con hilo
Seguro que ha visto en los últimos meses más de una, dos o tres... despedidas de solteros en Sevilla. Son experiencias generalmente chabacanas, incluso indignas, y que aportan más molestias y costes que ingresos turísticos. Por eso se intentan vetar. Lo que no habrá visto, a no ser que haya sido invitado, son otro tipo de vivencias que suelen acarrear a un cliente mucho más discreto: las premium.
No están dirigidas necesariamente un turista que busca lujo, entendiendo por tal joyas, resorts y marcas. También se enfoca al empleado que disfruta de un incentivo a cargo de su empresa o simplemente a un viajero que necesita una vivencia singular. Una oferta a la carta que sólo en Sevilla, ahí está el negocio, puede conseguir. Es el nuevo lujo donde tanto (o más ) vale una estancia en una habitación con vistas, spa y cena en un tablao incluidos y que una tarde aprendiendo a hacer azulejos de cerámica sevillana u observando pájaros en medio de la marisma. El precio es la exclusividad, el carácter único. Y esto ya existe .
En una ciudad aficionada a cuestionarlo todo, incluso lo que va bien, no faltan voces críticas que auguran un pronto cambio de ciclo amparándose en el argumento del overtourism (exceso de turismo) y su consecuente turismofobia. ¿Hasta cuándo va a seguir creciendo Sevilla en esta industria?
La desaceleración del sector ya es evidente en el resto de España, donde Sevilla sigue siendo una ciudad de moda dentro y fuera del país. Y no hay un solo motivo. Por reasumir: en Sevilla está subiendo mucho el turismo internacional, con mayores ingresos y días de estancia, y a eso contribuye la mejora de las conexiones aéreas, donde todavía hay margen de crecimiento. Sevilla no ha tomado prestados turistas en busca de sol y playa espantados de países como Turquía o Egipto. Y se está abriendo a mercados emergentes como el de EEUU, ya principal emisor extranjero, y el asiático.
Son algunos apuntes. Detrás de todo esto hay un trabajo serio, tanto de las administraciones como de los empresarios privados, grandes aliados para dar el salto a la calidad frente a la cantidad de turistas que, como decía un veterano agente de viajes, sólo gastan en suelas de zapatos.
De todo esto se está hablando esta semana en la World Travel Market de Londres. Quien diga que Sevilla es un simple destino low cost se equivoca. ¿Sabe cuántos hoteles de cinco estrellas hay? Se podría decir que incluso hay cierto estrés entre las cadenas hoteleras por sumarse a este club del lujo. Porque eso es lo que persigue el Ayuntamiento, crear un “club de producto” que aglutine la oferta de alojamiento, restauración y comercio de lujo.
No se parte de cero. Son años de trabajo que han dado sus frutos, entre ellos, la posibilidad de que, por tres ediciones consecutivas, Sevilla acoja el evento Emotions, un cita mundial del turismo de lujo arrebatada a Barcelona.
Por cierto, que para todo esto hace falta dinero. Qué buen momento para volver a plantear la necesidad de cobrar un tasa turística y olvidarse de complejos inexplicables.
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