La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El gazpacho que sufrimos en Sevilla
Cuando termine este año, con todas las salidas extraordinarias de procesiones, incluida la llamada Magna, sería conveniente, para poder organizarnos los sevillanos, así como los servicios municipales de orden y limpieza, los cuerpos de seguridad, los gremios de hostelería y las compañías de viajes, etcétera, que se publicara en los primeros días de 2025, un programa general de las procesiones ordinarias y extraordinarias para todo el año. Porque si la cuestión de las procesiones va a seguir en esta misma dinámica o aumentar, conviene que todos sepamos a qué atenernos. Reventas incluidos. Hace unos días, en estas páginas, el historiador Alfonso Lazo decía que es grande el riesgo de estar construyendo un cristianismo turístico. Me temo que eso ya existe, quizás no lo habíamos percibido en Sevilla hasta ahora por el equilibrio entre nuestras celebraciones y la ciudad, así como por la mesura que ha orientado siempre los actos internos y externos de las cofradías y hermandades.
Un gran experto en cuestiones turísticas y además amigo, me pasa algunos datos sobre lo que en el sector denominan el turismo religioso. Según estimaciones de la Organización Mundial del Turismo entre 300 y 330 millones de turistas visitan cada año los enclaves religiosos más importantes del mundo (Roma 8 millones de visitantes, Lourdes 5 millones, Fátima 5 millones, Guadalupe 2 millones) sumando aproximadamente 600 millones de viajes religiosos nacionales e internacionales, de los cuales el 40% tienen lugar en Europa. Los encuentros del turismo religioso/cultural, no solo se realizan en los centros religiosos arriba mencionados y en otros de distintas confesiones, donde se desarrollan este tipo de viajes permanentemente, sino que hay además otro tipo de actividades puntuales como congresos religiosos, peregrinaciones, jubileos, jornadas mundiales de la juventud, canonizaciones y beatificaciones, etcétera.
En la Conferencia Internacional sobre Patrimonio Religioso y Turismo celebrada en Elche en noviembre de 2014 se dijo: “No hay un pueblo o una ciudad de nuestro país en el que no podamos encontrar, tradiciones, fiestas religiosas, celebraciones, peregrinaciones, monasterios, catedrales o romerías. El turismo religioso permite dinamizar la actividad económica y conservar toda la riqueza patrimonial de nuestras ciudades y ha de jugar un papel esencial en el futuro de este sector”.
El mundo está lleno de destinos sagrados y espirituales que atraen a millones de turistas cada año. Algunos de los destinos religiosos más visitados son La Meca, Jerusalén, el Templo Senso-Ji y Santuario Meiji de Tokio, Ciudad del Vaticano, Notre-Dame de París, la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en México, el Templo Kashi Vishwanath en India, sin olvidar el Camino de Santiago, Monasterio de Montserrat, Catedral de Sevilla, Basílica del Pilar en Zaragoza y el Monasterio de El Escorial. Ahora parece que se apuntan las procesiones de Sevilla. Si esto es así, no hay problema, pero que quede claro.
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