La túnica nazarena

SIENDO la túnica elemento identificador con Cristo, se procurará presentar con el máximo decoro".

Cuando asistimos a una ceremonia, a un acto relevante o solemne, nos ponemos nuestras mejores galas, nuestro mejor traje, nuestra mejor corbata, intentamos siempre ir hecho un pincel.

La estación de penitencia es un ejercicio de culto público y solemne. Al que le gustan las cofradías no sólo va a ver los pasos en determinada esquina porque se le toca una marcha que nos gusta, o porque apagan las luces y se viven momentos de emoción por una saeta. Hay a quien también le gusta ir a ver nazarenos, ¿o es que no nos alegra ver el primer nazareno por la calle? Pero, además, nos gustan bien vestidos.

Hay quien se pone la túnica con la misma solemnidad que un chándal, túnicas que no han visto la tintorería desde que la hicieron y lo más cerca que han estado de algo caliente es la llama del cirio, porque la plancha, ni olerla.

Hay quien cree que lo que mejor le va a una túnica blanca son unos puños de una camisa rosa o a cuadros y si lo rematamos con unos running, eso sí, negros, completamos el atuendo.

Todas las hermandades tienen sus normas bien concretas para vestir la túnica nazarena. Túnicas negras de ruan, blancas de cola, de capa, de merino, de raso, antifaces de terciopelo, azul, morado, verde, rojo, con cíngulo, con esparto ancho, con esparto estrecho, escudos bordados en oro, en seda, serigrafiados, de paño, zapatos negros con calcetines blancos, con calcetines negros, sandalias, zapatillas con hebillas de plata, con guantes, sin guantes. Una gran variedad, pero limpio, planchado y con sus justas medidas, ni para pescar ranas, ni arrastrando (solo el ropón del Santo Entierro). Vestido con la solemnidad de un torero. Elegancia en el nazareno, en el de negro ruan de cola y en el de capa de merino y elegante terciopelo, en el de austera alpargata de cáñamo y en el de zapatilla con hebilla de plata. No hay cosa más armónica, estética y monumental que un nazareno bien vestido.