Trampa burda contra Feijóo

Como si Feijóo no se bastara y sobrara por sí solo para mostrar sus carencias y falta de solidez, Pedro Sánchez ha querido echarle encima a los pensionistas y vulnerables con una maniobra basta, torpe y de corto alcance. Le ha salido mal.

Punto de partida: el Gobierno carece de mayoría parlamentaria y apenas puede gobernar a trompicones. Por eso abusa del decreto ley: ha utilizado este instrumento 140 veces en seis años (Felipe González lo usó en 129 ocasiones en catorce). Así elude debates y controles del Parlamento y otras instituciones. De modo absolutamente arbitrario se saca de la manga un decreto ómnibus en el que acumula todos los asuntos pendientes, hasta ochenta, y emplaza a los grupos parlamentarios a convalidarlos en bloque. La mayoría no son de urgente necesidad –es lo que justificaría aprobarlos por decreto–, pero hay dos de especial importancia y repercusión social: la subida de las pensiones y la bonificación del transporte público.

Son los que ha manejado el Gobierno para disfrazar su fragilidad y eludir su responsabilidad. PP y Junts han votado contra el decreto-trágala, pero inmediatamente se han declarado dispuestos a apoyar tanto la subida a los jubilados como la prórroga del bono transporte (el PP ha tramitado una proposición), siempre que se voten por separado, sin cajón de sastre.

¿Qué ha hecho el Gobierno? Ignorar por completo esta predisposición favorable y sugerir en sus medios predilectos que no hay ninguna prisa por arreglar el desafuero cometido contra los pensionistas. ¿Por qué? Para que esta verdad elemental no le estropee un buen relato: que la oposición destructiva del PP causa dolor social y desampara a doce millones de ciudadanos. ¡Qué importante es ganar el relato, como dijo el fiscal general, y qué poco importa la realidad de las cosas!

Y la realidad es que el origen de este problema del decreto ómnibus es la precariedad del Gobierno (en la sesión se aprobó un solo decreto, de tres, y gracias al apoyo del PP)y su extrema dependencia de Junts; que se arreglaría en cuanto el Gobierno rehaga sus propuestas sin mezclarlas con otras ochenta en plan batiburrillo y que los atónitos espectadores de esta nueva crisis saben que el encargado de que aumenten las pensiones es el Gobierno, no la oposición.

Esta operación va a resultar fallida para sus autores. Si acaso dañará a los dos partidos y, por supuesto, a la política.