Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Junts por Jaén, Junts por La Línea y el PP
Dos décadas han transcurrido desde la lectura de un estudio de Manuel Parra Celaya sobre la faceta más militante del clarividente Eugenio d’Ors, que me señaló el origen de una de las causas profundas del “problema catalán”. Concretamente, los vaivenes de los habitantes del rincón nororiental de la Península entre el seny y la rauxa, conceptos que podrían ser equiparados, respectiva y figuradamente, con la racionalidad y la irracionalidad. Una característica, común a otros muchos pueblos, y que no constituye, por tanto, un rasgo peculiarmente diferencial.
Cuando, por la casual pulsación de una tecla del mando del televisor, se somete uno al suplicio de los exabruptos pronunciados por Míriam Nogueras, en el Congreso de los Diputados, sólo cabe pensar en dos conclusiones desazonadoras. La primera, que la rauxa ha eclipsado por completo al seny en el espacio de la antigua derecha convergente, que en su día fuera uno de los pilares del armazón que garantizó el éxito de la Transición. La segunda, que un avance indiscutible como el de la masiva incorporación de la mujer a la vida parlamentaria, no desemboca, en ocasiones, en la inyección de talento, mesura y modos amables que la sociedad esperaba.
Para colmar la sensación de disgusto ante el receptor, las toscas bravatas de turno le llegan a uno por labios de una de las personas que trabajan en los servicios de traducción simultánea de una cámara legislativa en la que todos los integrantes comparten una lengua común, que es nada más ni menos que la oficial del Estado. Incomprensible despilfarro, posible en esta fase crítica del sistema político basado en la Constitución de 1978, que amenaza con derivar, en un futuro no lejano, a obligarnos a escoger entre dos traumáticas salidas de ruptura por la izquierda o por la derecha, que puedan conducirnos a formas institucionales distintas a las que hemos conocido en este medio siglo.
Acerca de los sofismas que se esconden tras los discursos de protección de las lenguas minoritarias, aporta una luz esclarecedora el reciente libro del filósofo y profesor de la Universidad de Málaga, Manuel Toscano, Contra Babel. Ensayo sobre el valor de las lenguas. Ajeno a pretensiones patrióticas o partidistas, el autor demuestra cómo a través del devenir histórico, los nacionalismos manipulan las realidades lingüísticas desde construcciones victimistas, haciendo prevalecer los supuestos derechos atribuidos a una inanimada herramienta de comunicación práctica, sobre los derechos individuales de los hablantes a poder elegir, entre una variedad dada de idiomas propios de su entorno, el de su preferencia.
Se da así la paradoja de que quienes imponen en Madrid la presencia de intérpretes y traductores, por negarse a utilizar un castellano que dominan perfectamente, son los mismos que impiden, dentro de los límites de su comunidad bilingüe, la libre elección de idioma, a la hora de hacer efectivo el ejercicio de derechos fundamentales como el trabajo y la educación.
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