La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¿Que yo pago la luz en dólares?
En aquella Nueva Atenas que era la Academia Preuniversitaria de Sevilla (alias Preu) en los dorados 80, enseñaba latín y algo de Griego –apenas el jojetó– don Cándido Yanes. Era don Cándido un extremeño melancólico y enjuto, apasionado de la caza y los perros, como aquel otro hidalgo de pueblo que pasó a la historia de la ficción con el nombre de Alonso Quijano. Hombre estoico, buen conocedor de los clásicos latinos y de la literatura francesa (que traducía como pasatiempo en sus últimos años de vida), hacía lo que podía ante aquel rebaño de asnos de oro a los que tenía como alumnos, adolescentes con más hormonas que neuronas dispuestos a hacer cualquier cosa, por muy trabajosa que fuese, para no estudiar nada. De don Cándido, más que las lecciones gramaticales sobre el autobombo de César, la pasión erótica de Catulo o los bulos contra Catilina, aún recordamos sus comentarios sobre la vida en general, siempre teñidos de una mezcla de socarronería de campo y estoicismo romano. Uno de sus favoritos era: “El refranero español siempre tiene razón si le das la vuelta”. Es decir, si se comprende que el hábito sí hace al fraile. Para ser un buen futbolista, por ejemplo, lo primero que hay que hacer es parecerlo. Esta regla de platino, como todas, tiene sus fallos. Ahí está ese proverbio que afirma que “cuando un tonto coge una vereda, la vereda se va y el tonto se queda”. La vida no ha hecho más que demostrárnoslo, sin que cometamos la ingenuidad y el gran error de excluirnos de esa gran lista de tontos que comprende prácticamente a toda la humanidad.
Todo lo dicho lo estamos viendo estos días en Valencia a cuenta de la difícil resaca de la DANA, algo que previsiblemente durará años. Da igual que las evidencias apunten a un fallo general del sistema en el que están implicadas las dos administraciones, da igual que el sentido común indique que es el momento de centrarse en los trabajos de reconstrucción y en normalizar la vida de cientos de miles de damnificados... Ahí siguen PP, PSOE y Baldoví (el de las patatas de Rajoy) repartiéndose leña y echándose las culpas del diluvio universal. Unos, los del PP, intentando embarrar al Ejército y colocándolo en el centro de la disputa; otros, los del PSOE, manipulando otra vez el CIS y todo lo que esté a su alcance para avanzar posiciones electorales en Valencia y el conjunto de España... Y Baldoví, piquito de oro de la España plurinacional, avisando del “peligro de la antipolítica”, como si los valencianos, a estas alturas, no supiesen donde están los verdaderos peligros. Don Cándido se equivocó: la vereda se ha ido y los tontos se han quedado.
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