La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
No hay límites en la manía que tenemos de dejarnos contaminar por el inglés cuando tenemos un lenguaje rico, riquísimo por sus siglos de vigencia, basada fundamentalmente en sus millones de hablantes y en su procedencia de un latín que sigue vivo en tantísimas lenguas. Hay tontos con título de pensadores oficiales que califican la de Cicerón como lengua muerta, después de lo cual pronuncian la palabra "furbo" con erre en referencia al balompié, o las expresiones "qué fuerte" o "lo siguiente".
Los pilares maestros del templo de la Universidad hace tiempo que están agrietados. Los periodistas teníamos antes la exclusiva de maltratar la lengua, pero hace tiempo que compartimos la mala fama con los doctores universitarios, obligados (se supone) a la excelencia. Si ustedes leyeran, ay, los originales que remiten a los periódicos algunos profesores de alto nivel, académicos de chiringuitos irrisorios con derecho a frac y crónica en la prensa el día de la toma de posesión, se llevarían las manos a la cabeza por la carencia de tildes, las discordancias de género y número y otras desaplicaciones, que diría Cantatore. Somos periodistas los que tenemos que perder el tiempo en corregir esos textos que luego ellos remiten a sus amistades con la vanidad infantil del tamaño de una catedral gótica. Pues es tal nuestro complejazo a la hora de tragarnos como bobos los usos del inglés que la última moda es remitir invitaciones a actos sociales con el título: "Save the date". No te dicen la hora de la inauguración o presentación de turno, pero te instan a "bloquear" la agenda. O dicho en dialecto estúpido: a agendar. Que a uno lo de agendar le suena a eso que hay que hacer una y otra vez... porque el mundo se va a acabar.
Si usted no ha recibido una invitación Save the date, con el día señalado pero sin hora, es usted un perfecto don nadie en esta Andalucía que despierta a los canapés, las ferias y otros atractivos de los que ventilan las autoridades para que vengan turistas de aspecto patibulario a llenar esos hoteles de cinco estrellas con lámparas de alambre. No cuestionamos ya si Mario Niebla del Toro, catalizador andaluz de vanidades del alto voltaje, le ha invitado o no a la fiesta de Ronda o a la de la Casa de Pilatos de Sevilla, la misma por la que hay codazos y tortas. Lo cool es preguntar: "¿Te ha mandado Mario el Save the date de su party? Es por saber si hay que llevar turbante o sombrero". Ya saben ustedes lo que tienen que hacer para invitar a sus amistades a la primera comunión de la niña: Save the date, Manoli. Usted hágase el importante. Y no olvide notificar desde el primer minuto que el regalo se lo hagan por el "bizúm", con tilde en la u.
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