Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
La Aldaba
Usted no es absolutamente nadie si cuando el camarero toma nota de la comanda no pide una “copita de Godello” delante de sus selectas compañías. Es lo más esnob que se estila en la España de 2024. La vida política se tensiona, pero usted tiene que decir que se polariza. Nuestros diputados se echan los trastos a la cabeza en el Congreso y en el Senado, pero usted debe afirmar que verbalizan con agresividad sus mensajes en sede parlamentaria. Pues con el vino ocurre lo mismo. Se trata de darse importancia, distinguirse y estar a la ultimísima. Por la misma regla que dicta que el objetivo es vender una foto de éxito, no haber conseguido el éxito. Ni es igual, ni es lo mismo. Nada como pedir un Godello, que viene a ser la versión muy mejorada de aquellos años ochenta en que se pedía directamente un tinto de la casa. Y en ocasiones una copita de Rioja, ceñido entonces al Paternina de banda azul, reservado para establecimientos distinguidos y momentos especiales. Solo teníamos un tinto como solo una cadena de televisión. Hoy te ofrecen la carta de aguas minerales o te sirven un agua filtrada que hay que creerse que está... filtrada. Hay que hacerse godellistas este verano, la nueva hermandad del sibaritismo militante. No se puede ser simple. Atrás ha quedado eso del blanco o tinto. Mucho más atrás lo de pedir un rosado. Hay tontos del Godello como hay tontos de la baja temperatura a la hora de cocinar. Algunos debemos llevar cara de que nos expliquen con todo detalle en qué consiste la elaboración de un pescado a la baja temperatura.
El verano genera demasiado tiempo libre. No preguntas, pero te lo explican. ¿Y qué me dicen de las bondades del Godello? Que es el vino que menos genera acidez por las propiedades de la uva blanca, idóneo para dietas hipocalóricas y otras bondades más que te las cuentan y no ha terminado el relato cuando han servido el postre. Más pesados que los godellistas son los tontos del pargo. Con los del pargo no han acabado ni los hiperventilados del atún en todas sus modalidades. ¿De verdad hay tantos atunes en nuestros mares o es como cuando nos daban fletán por lenguado? Alguien mete demasiados atunes que no lo son. Pero mejor no citar el atún en las cenas de verano porque alguien se presta voluntario a impartir una clase sobre el ronqueo sin que hayas preguntado absolutamente nada. Si quiere vivir en paz pida la botella de agua filtrada, una copa de Godello, atún en cualquier modalidad y, por supuesto, el tiramisú reglamentario de postre. Pasará desapercibido, que es una forma de triunfo. Los tontos tienen sus derechos. Cállese y no verbalice nada. Chitón. Al día siguiente, pida pargo. Y otra copa de Godello. Sin acidez. El vino, me refiero.
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