Juan Luis Pavón

¿Y el título de Ciudad de la Música que nos dio la Unesco?

PASA LA VIDA

17 de noviembre 2010 - 01:00

LA declaración del flamenco por parte de la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad es una estupenda vitola que se pone a nuestra disposición para utilizarla en Triana o en la Cochinchina. Y nada más. Los niños andaluces seguirán al compás de Halloween y enganchados a la música de los ídolos fabricados por Disney (Jonas Brothers, Demi Lovato...). Sólo querrán cantar y bailar lo de Camp Rock, el disco que le han comprado sus padres. Y el 99% de los jóvenes sevillanos de edad universitaria continuarán ignorándolo todo sobre el arte contemporáneo que representan Paco de Lucía o Israel Galván, y jamás se les ocurrirá ir a una peña flamenca, ni comprar entradas para disfrutar en un teatro con Juan Carlos Romero, Rocío Molina o Rancapino.

Lo peor del éxito conseguido en Nairobi es la intención manipuladora con la que desde la Administración institucionalizan el flamenco para fidelizar votos en favor del PSOE y como coartada para montar cortijos muy particulares. Repetimos: la Agencia Andaluza del Flamenco no es Patrimonio de la Humanidad. Y Paulino Plata tampoco. El excesivo presupuesto que le asigna a tal Agencia es un monumental agravio en el contexto de tremendas penurias y tijeretazos para el resto de la cultura.

La Unesco le concedió a Sevilla en 2006 el título de Ciudad de la Música. En esto han concretado las instituciones su compromiso para reforzarlo y rentabilizarlo cultural y socialmente: penosa postración de los conservatorios, supresión de ciclos, abandono de proyectos, carencia de iniciativas, a la deriva el Museo del Baile Flamenco (buena idea mal ejecutada), parón del teatro para el flamenco de María Pagés y Miguel Gallego, fortísimos recortes en la asignación a la Sinfónica y al Maestranza, desaprovechamiento de la inversión de diez millones de euros en modernizar técnicamente el teatro para convertirlo en pilar de la industria cultural y turística.

Ésta es la verdad de cómo gastamos la pólvora en salvas.

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