¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El arte de renombrar un puente
En nuestra vida pública se han sucedido varias desgracias políticas que nos afectan negativamente. Una es la deriva sanchista de un PSOE que, tras deglutir primero a Podemos y después a Sumar, ha transitado de la socialdemocracia al populismo de izquierdas haciendo cierto aquello de que eres lo que comes, ha sometido el partido a las hambres de poder de Sánchez y para satisfacerlas ha pactado con la derecha y la izquierda independentistas, incluida la pos etarra, y se ha humillado ante Junts soportando que les exija que “muevan el culo” o que Sánchez acuda sumiso a entrevistarse con el prófugo Puigdemont, lo que para este PSOE forma parte de “la normalidad democrática”.
Otra desgracia es la deriva errática y contradictoria de un PP que ha perdido el norte y con él, el centro. Incapaz de romper cualquier vínculo con Vox para proponerse como un partido de centro derecha liberal (en el mejor sentido gaditano de la palabra) sin contaminaciones de extrema derecha populista, ignorando aquello de “comida para hoy, hambre para mañana” y sacrificando su futuro como gran partido centrista al presente del cogobierno con Vox o de su apoyo. Incapaz de mantener una política coherente incluso ante casos tan claros como el de Junts: por una parte denuncia su deriva golpista, califica de prófugo de la justicia a Puigdemont, critica el alto precio que todos pagamos por sus siete votos y se escandaliza ante la posible entrevista entre Sánchez y Puigdemont; y por otra parte se siente “tremendamente orgullosos” de pactar con ellos en el Congreso para tumbar propuestas del Gobierno.
El PP de Feijoo y el PSOE de Sánchez son dos desgracias políticas. Pero puede esperarse que la fortaleza de ambos partidos acabe por imponerse a la debilidad de sus actuales dirigentes. Desgracias más graves, nacidas de la debilidad y los errores del PP y el PSOE, y viviendo de ellos como tenias que solo pueden alcanzar el poder que las urnas les niegan parasitando a ambos partidos, son Podemos, Sumar y Vox.
Las reacciones al ejemplar discurso del rey los retrata. PP y PSOE lo aplauden, aunque hacen lo contrario de lo que pidió. Podemos y Sumar lo critican porque representa la moderación constitucional que ellos aborrecen, razón también del silencio de Vox. Si algún día el PP y el PSOE expulsaran estas tenias para que solo se alimenten de sus votantes, nuestra vida política sería mejor.
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