Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
Esto del techo de gasto o el suelo de votos debe ser una construcción del inglés, un préstamo más de los muchos, sólo que más ajustadito. El techo es una de las palabras que aprendí en mi infancia pero con otro sentido, tener un techo para vivir y una cama para caerse muerto eran cosas de aquellos años duros en los que ni había un techo ni una cama para muchos desgraciados de la fortuna. Los años cincuenta del siglo pasado fueron todavía muy duros, había comedores de pobres en hilera para un plato caliente y un pan. Se trataba de pobres de verdad, pobres absolutos. Entonces se pedía un techo, un techo donde vivir en lo que el techo no comprendía las paredes, como si dijéramos. Era lo más importante, cubría del frío y de la lluvia. Pues bien, de aquellos techos a los de estos días, engarzados en la sutileza del gasto, el techo de gasto, que es lo que los socialistas están negociando, al parecer, con los hombres y mujeres de Puigdemont en Suiza, ignoro sin con supervisor internacional o no, es de lo que hablamos. La importancia de la negociación no es poca, el techo de gasto, o sea, hasta donde puede “gastar” un gobierno condiciona las políticas, que se soportan en el dinero del que se dispone, o su capacidad de crédito. Coincide el diálogo suizo con el diálogo interior de Sánchez con los presidentes autonómicos, que están yendo de uno en uno pese al parecer de Ayuso, que no quiere ni verlo. A Sánchez. Y todo porque el presidente autonómico catalán, Salvador Illa, está de acuerdo con un concierto singular, una suerte de nuevo “cupo” como el de los vascos y navarros, para su autonomía, que para ellos ya no lo es, sino una nación en igualdad de derechos con España. La ficción la llevan amasándola en la máquina de las palabras desde hace años, hasta el punto de que las palabras Cataluña y España van entre la copulativa y la nada. Nos han venido diciendo, Pedro Sánchez el primero, que un cupo catalán no era posible, ni en la realidad ni en la Constitución. Así que el departamento de invención de palabras de Moncloa ha encontrado el sintagma “singular”, o sea, todo es singular con Cataluña. El todo España no existe y la misma España, convertida en “el Estado”, es una ficción de utilidad o no. Moreno ha ido a Moncloa, pese a todo, con la sonrisa puesta, que es lo que se ha traído de vuelta, una sonrisa. El acuerdo económico es imposible. Que suba los impuestos, si necesita más. ¿El techo? Ah…
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