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Alberto Marina Castillo

Mucho tarado

12 de octubre 2023 - 01:00

Me ocurre con el documental de Évole lo que con otras formas de tortura de las popularmente llamadas “chinas”: para ir a ver No me llame Ternera –lo mismo que para asistir a una sesión de zumba o sumergirme en una de esas jaulas para observar de cerca las fauces del gran blanco– tendrían que pagarme una suma astronómica. Y no se me ocurre qué oscuras razones podrían llevar a nadie a postularse como mecenas. Se entenderá, pues, que simpatizo con quienes protestaron contra la programación en el festival de San Sebastián de la entrevista al etarra, otro prófugo mediático de pacotilla. Las firmas de Azúa, Savater o Pagazaurtundúa podrían bastar a los desprevenidos. Pero si faltaban motivos de alerta, el propio Évole, en entrevista en la SER, mencionaba como precuela de su documental y de la polémica provocada –¡y a buen seguro rentabilizada!– La pelota vasca, y no precisamente para desautorizar aquel nefasto ejercicio de equidistancia, cuyo sentido algunos confundieron –como confunden ahora los contemporizadores– con el de ecuanimidad. Creo, en fin, que si de lo que se trata es de conocer the horror, mucho más recomendable que el documental sería la lectura de Caro Baroja, quien hace más de treinta años escribía en El terror desde un punto de vista etnológico: “Hoy algunas autoridades incluso se atreven a insinuar que entre los terroristas se da ‘mucho tarado’. Descubrimiento un poco tardío pero que tal vez dentro de veinte o treinta años produzca sus frutos”.

Pero es la renuncia expresa al apodo, aprovechada como título de la entrevista, lo que ha hecho mella en este apesadumbrado lector de periódicos que les habla. Sorprenden estos escrúpulos en un canalla sin piedad ni vergüenza. El gran antropólogo observaba: “los miembros de ETA usan sobrenombres y apodos que resaltan un carácter popular de un lado, vasco naturalmente. De otro, rasgos agresivos o que denotan fuerza animal. Suenan así apodos como los de Mamarru, Santi Potros, Josu Ternera, etc. Hay que observar, sin embargo, que los que los han adoptado no son hombres de clases campesinas y absolutamente vinculadas al terruño, sino jóvenes que han realizado estudios técnicos o universitarios, que manejan archivos, usan de la informática y de conocimientos físico-mecánicos complejos. Podemos admitir en ellos un conjunto de ideas elementales, ya que no primitivas, pero al servicio de ellas está una parte amedrentadora de la técnica moderna. Hay, pues, una puesta de la técnica destructiva al servicio de un ideal que más que popular se puede definir como populista”. Sin solución de continuidad unimos a este párrafo las palabras que el lúcido Camus publica en el diario Combat el 30 de agosto de 1944: “Himmler, que hizo de la tortura una ciencia y un oficio, por las noches regresaba sin embargo a su casa por la puerta trasera para no despertar a su canario preferido”.

Recuerden, por otra parte, que Ternera (o Urrutikoetxea) fue incorporado a la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco, diez años antes del último atentado mortal de ETA en marzo de 2010. Nuevamente, leemos al Camus de los Carnets: “Radici, miliciano, alistado en las Waffen S.S., perseguido por haber mandado fusilar a 28 detenidos de la Santé (asistió a las cuatro tandas de ejecuciones), pertenecía a la Sociedad Protectora de Animales”. Mejor hubiera sido no llamarlo en absoluto.

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