¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Puntadas con hilo
Dos sevillanos de 19 y 20 años han puesto en pie un negocio prometedor que triunfa en la venta on line gracias al eco de las redes sociales. La startup, que empezó siendo un proyecto de dos estudiantes con afán aventurero, no sólo acapara seguidores en Instagram y Tik Tok, sino que prepara para otoño una segunda ronda de financiación tras haber emprendido una senda de crecimiento meteórico. Hay quien festeja, o en realidad envidia, la suerte de estos jóvenes que tuvieron la ocurrencia de estampar en prendas deportivas el nombre de Sevilla; y también está quien, sin escuchar que se equivocan, atribuye el éxito a dos niños de papá. El catálogo de comentarios seguro que es multicolor y pueden dar fe de ello Alessandro Ridolfi y Carlos Guillén, los verdaderos padres de un proyecto que apunta al futuro con luces largas. Esenzia se llama la empresa y, entre el target al que inicialmente se dirigía, un público entre 14 y 25 años, arrasa con un modelo de marketing fresco que rompe moldes y también sus propias previsiones.
La suerte no sale de una caja de regalo. Y aunque haya quien crea en los astros y en creencias irracionales, lo más empírico demuestra que quienes tienen más suerte en la vida son los que más tiempo han invertido en definir objetivos y trazar su misión con una visión clara de futuro. Y no conozco a ningún suertudo que no sea alguien extremadamente constante y exigente. No sé si se nace con suerte, pero sí que la suerte se hace.
Por eso no me extraña que estos dos veinteañeros sientan cada fin de semana, justo cuando sus amigos se van de fiesta, el peso aplastante de la responsabilidad de tener una empresa y empleados, con sus familias correspondientes. Y que, agotados en el sofá, opten por reinvertir, formarse y asesorarse para sortear con destreza a quienes se quieren aprovechar de su inexperiencia, aunque el cuerpo les pida lo que corresponde a alguien de su edad: pulirse los 500 euros de sueldo que se han fijado al mes en la más sana diversión.
Todo esfuerzo tiene su precio. A nadie le toca la lotería si no compra primero el billete. La suerte sonríe por ahora a los emprendedores de Esenzia porque están continuamente en disposición de llamarla, recibirla y cuidarla con el mayor de los mimos. La suerte de Ridolfi y Guillén es que tuvieron una visión, cuando hacían un receso entre clases de la universidad, y supieron cómo plasmarla, con acierto, sacrificio y mucho ingenio. Ambos han creído en sus capacidades y han tenido la habilidad de buscar la ayuda adecuada. Y añadiría más, la mayor suerte que tienen es tener una educación en valores apuntalada sólidamente por su entorno más cercano y familiar. Y ello es también mérito de otros.
Aunque, a veces, no siempre esto basta. Por eso las administraciones públicas y también las empresas que hacen gala de eso que se llama responsabilidad social deberían facilitar el camino a emprendedores como éstos. Y la suerte, entonces, sería de y para todos.
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