La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Puntadas con hilo
Uno de los sectores duramente castigados por esta crisis del coronavirus es el de las agencias de viajes. Desde el primer día de confinamiento pusieron su maquinaria a funcionar para buscar soluciones que le permitan mantenerse a flote en una época en la que viajar por placer no es nada esencial ni tal vez prioritario. Recuerda estos días José Manuel Lastra, presidente de las agencias sevillanas, que pidieron a sus clientes que no cancelasen sus viajes, simplemente que aplazasen sus sueños en un intento por comprar un tiempo impuesto en el que el único salvavidas de estas empresas es su ilusión. Su esperanza por mantener un negocio que tendrá que adaptarse, pero que nadie debería condenar de entrada a morir.
Hay muchos empresarios del sector turístico que se niegan ya a cancelar sus planes. En este mismo espacio, echaba en falta la semana pasada buenas noticias para Sevilla y su turismo porque ésa es la mejor forma de generar la confianza en un destino que, no se puede olvidar, se quedó congelado en un momento glorioso y, por tanto, muy propicio para que la capital abandere ahora la recuperación anhelada. Comenta un empresario de prestigio, José Isaías Rodríguez, que en estas circunstancias la esperanza es más fuerte que el miedo. Este sevillano preside Valcambre, una empresa gestora de apartamentos turísticos. Habla con la experiencia y la sabiduría de quien ha sido directivo de la CEOE durante 33 años, la mayor parte del tiempo en Bruselas, además de ocupar distintos cargos del Comité Económico y Social europeo hasta hace un lustro. Hoy mantiene su vínculo empresarial con Llorente&Cuenca, Fundación Adecco, la Universidad de Sevilla y la Singularity University y hace dos años que hizo una gran apuesta familiar y empresarial: puso su experiencia internacional, formación, ilusión y compromiso con la ciudad de Sevilla a disposición de una nueva empresa. Una pasión que arrastró a tres de sus hijos, que también dejaron sus empleos para arriesgar en esta iniciativa familiar. José Isaías Rodríguez cita a Aristóteles para recordar que "la esperanza es el sueño del hombre despierto" y lo explica de manera muy gráfica: "Esta crisis es una zancadilla, duele el batacazo, pero nos levantaremos, más fuertes, y seguiremos corriendo".
Hay muchos más optimistas como él en su sector y, sobre todo, mucha gente que ya se reinventó en la anterior crisis de 2008 y que, paso a paso, ha tejido una importante red de alojamientos turísticos. Muchos de los hoy demonizados gestores y propietarios de este tipo de viviendas son supervivientes que recuperaron la ilusión en el sector turístico. Gente que, si cuenta con la ayuda necesaria, está ya inmunizada para aguantar los pilares de la ciudad y hasta para crecer más y mejor, pues es la hora de enmendar lo necesario. Y eso es lo que Sevilla urge: embajadores que no sólo se sienten afortunados de vivir y trabajar en Sevilla, sino que además sigan generando empleo y oportunidades. La buena noticia es que ya se están organizando, sin positivismo vacío, con propuestas que se harán realidad, reciban o no el esperado empujón.
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