La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
PASA LA VIDA
LAS deudas no hacen huelga. Prosigue el desmoronamiento de las haciendas locales por falta de ingresos que sustenten la abultada nómina de empleados, y el truco que pactaron el Gobierno central y el autonómico para salvarle al PSOE la cara en la reivindicación de la deuda histórica, transfiriendo suelos y edificios del Estado a la Junta, lo quieren aplicar a la inversa los ayuntamientos: saldar la deuda con la Administración central mediante la cesión de suelos municipales. En Marchena, todos los concejales, incluidos los socialistas, han votado por unanimidad que se permita amortizar la deuda por ese desesperado procedimiento. Deben hasta de callarse. Pero lo que Zapatero, Chaves y Griñán pactaron como válido para la Junta no lo admiten de coladero para sacar de la ruina a los consistorios. El lío está servido. Del pelotazo al barquinazo siempre acabamos igual: Todos al suelo.
Treinta años transfiriendo desde Madrid propiedades y competencias a las administraciones más cercanas al ciudadano, con un pésimo reparto de la financiación pública para engordar en exceso a las autonomías en detrimento de los ayuntamientos, y ahora le quieren endosar suelo andaluz al centralismo madrileño para hacer las paces con el cobrador del frac. Si pudieran, le ponían un lazo a los terrenos vacíos que fueron anunciados como urbanizaciones o parques empresariales, y le mandaban por mensajero sin previo aviso al Ministerio de Hacienda sus nuevos títulos de propiedad. Y después se iban al banco para pedir dinero prestado con el que pagar salarios.
Primero cayeron las ferias, y pronto lo harán las cabalgatas. El Ayuntamiento de Castilleja de Guzmán ha pedido ayuda ciudadana para montar el desfile infantil del 5 de enero. No puede hacerse cargo. Su alcalde dice que sería inmoral pagar las fiestas y no abonar las nóminas. Hagamos de la necesidad virtud y repensemos , en esta época de escasez, qué debe hacer el organismo público y qué puede afrontar la sociedad civil. Si la ordenación del territorio, la gestión fiscal, la inspección laboral, el rastreo de delincuentes, la extinción de incendios y la construcción de equipamientos son algunas de las funciones básicas que no pueden asumir por su cuenta los ciudadanos aunque se quisieran organizar como comités de salvación pública, llegaremos a la conclusión de que festejos como las cabalgatas pueden ser montadas por asociaciones constituidas a tal fin.
En esta sociedad tan descompensada donde queremos que todo lo haga la Administración, para acto seguido instalarnos en la queja de lo mal que funciona, la falta de dinero público activa aún más la necesidad de transferir a los ciudadanos la responsabilidad de autogestionar actividades como las cabalgatas. Y muchas más cosas. La solución no está en cederle al Estado el suelo de Castilleja de Guzmán a cambio de que Elena Salgado subvencione a la Estrella de la Ilusión y le pague la carroza a las niñas vestidas de Campanilla.
También te puede interesar
Lo último
Solas | Crítica de danza
Carne fresca para la red
Orquesta Bética de Cámara. Concierto 1 | Crítica
El regreso de Turina a Sevilla