La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Sine die
Intoxicado de tanto pacto, tanta declaración absurda y tanta promesa falta de fundamento, decido escribir sobre lo divino y lo humano, sobre la intemporalidad más actual y la mediocridad dominante. El asistente impávido a los debates televisivos de las recientes elecciones generales no se cree todavía que el nivel exigido a los candidatos no encuentre algo mejor en el fondo de armario. La repetición abusiva de coletillas estudiadas y las formas despectivas hacia el resto de los adversarios fue la tónica que marcó el desarrollo del debate, aunque más bien podríamos llamarlo monólogo por cuanto cada uno hablaba como si fuera un autómata, obedeciendo consignas aprendidas, sin escucharse mutuamente.
Ya Vargas Llosa había dejado constancia de que nos hallábamos ante la civilización del espectáculo y Muñoz Molina certificó la caída de lo que era sólido. Aquí están las claves del momento actual: espectáculo y falta de fundamento. El show domina la escena y muestra su cara más simple en pos de unos datos de audiencia. Todo se muestra de una forma poco sólida, trivial, frívola. Lo mismo da que sea un asesinato que un debate electoral. Todo se muestra como si fuese un divertimento, un pasatiempo a mayor gloria del espectador más necio y la mentalidad más primitiva. Estamos ante la civilización del ji, ji, ji y el ja, ja, ja. Deben pensar lo sesudos asesores que el personal no da para más ni falta que les hace. Nadie habla de educación, de cultura o de dignidad. Si la verdad nos hace libres y la educación nos hace soportables, nada de eso forma parte de la masa inerte imperante. La vulgaridad se ha hecho presente desplazando a la solidez y a la inteligencia.
La educación no ha aparecido ni por asomo en los temas a exponer por los diversos candidatos. Promesas faltas de credibilidad, acusaciones mutuas rayando a veces en lo barriobajero y descalificaciones a uno y otro lado han marcado el debate. Daba la impresión de que hablaban para hinchas y no para personas con algo más de inteligencia que un mero simio habilidoso. El paso siguiente no será quizás mejorar la educación para elevar el nivel intelectual del personal, sino mantener analfabetos funcionales que saben leer y escribir, pero no ejercen. Ya es muy viejo aquello del pan y circo para que la gran masa se conforme con ello. De seguir así, pronto pasaremos de ser hinchas a ultras radicales.
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