La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La bulla de la Avenida en la Navidad de Sevilla
Tenemos un consejero de Economía que no nos lo merecemos. Ha conseguido que la economía andaluza se hunda menos que la del resto de España. Aquí el que no se consuela es porque tiene gatos en la barriga. Y el profesor Rogelio lo ha logrado sin dejar su afición cotidiana a la siesta, patrimonio inmaterial de los andaluces. Está usted comiendo con don Rogelio, llega la hora del chupito, el gin tonic o cualquier otro vasodilatador, y el consejero de Economía se excusa amablemente y se marcha a entregarse a los brazos de Morfeo. Para que digan que no se puede combinar el ocio con el negocio. El Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía nos ha dejado esta semana con las patas colgando al anunciar que la economía andaluza cayó en 2020 un 10,3%. El dato es terrible, nunca antes nos habíamos despeñado tanto. ¡Pero seamos positivos! La semana pasada el Instituto Nacional de Estadística anunció que la economía española cayó un 11%. Luego nuestra desgraciada economía se vino abajo 0,7 puntos porcentuales menos respecto a la nacional. El dato, como la siesta, tiene su importancia, ya que en los cuarenta años de autonomía siempre que ha caído la economía española, la andaluza se ha derrumbado en torno a 0,6 puntos de media más. ¿Ven ustedes cómo se puede gobernar, dormir la siesta y hundirnos menos? Yo estoy contentísimo con don Rogelio Velasco, porque además habla la mar de bien, pronuncia Stanford y Berkeley como nadie, no responde al estereotipo de andaluz chistoso y eso de Despeñaperros hacia arriba nos viene igual de bien que el perfil institucional del neomoderado Moreno. ¡Bravo por este Rogelio! Para hundirnos menos que el resto de España e incluso tener una leve tendencia favorable en los últimos meses ha sido clave el sector agroalimentario. O lo que es lo mismo: la importancia de la aceituna. Justo ahora hace un año que los agricultores se manifestaron para pedir más atención. Y Rogelio ha tenido clara la importancia económica del sector. Recuerden, por ejemplo, que en ningún momento de la pandemia hubo desabastecimiento de alimentos, lo que sí ocurrió con muchos productos sanitarios. Si hace un año muchos economistas conspicuos pensaban que la PAC era un gasto excesivo, ahora la realidad exige una política industrial común. Que no nos falte nunca Europa, que nuestro consejero de la cosa económica siga velando por el sector y que cumpla con la liturgia de la siesta diaria sin complejos y como muestra de orgullo andaluz. Don Rogelio ha inventado la siesta productiva. Y hace bien, que las sobremesas largas tienen más peligro que un cofrade con la tarde libre.
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