¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Capitanía y los “contenedores culturales”
La aldaba
La última reforma de la Plaza Nueva data de 2006. Aquella gran obra no ha durado ni veinte años.Se vendió con un lema rimbombante desde un graderío para reporteros gráficos instalado en la azotea del Hotel Inglaterra. La nueva Plaza Nueva. Hay obras que en Sevilla duran lo que la flor de la canción de la Jurado. Nunca dos primaveras. Casi nos conformamos con que cuando acabe el proyecto siga San Fernando a caballo en el centro y, sobre todo, con no pegarnos un resbalón en el pavimento, porque ya será un milagro que no aparezcan los veladores. Que vienen, que vienen.... Eso de anunciar merenderos en la Plaza Nueva suena a los cascabeles de las mulillas que se oyen en la plaza de toros antes de la suerte suprema. Por la musiquilla ya sabemos que la parca está próxima. Permanezcamos atentos a la pantalla porque este Ayuntamiento es lo más parecido a una montaña rusa: unas veces sube, otras baja, en ocasiones se queda quieto para después pegar una acelerón, pero nunca, nunca, nos deja indiferentes. El gobierno gastará cuatro millones de euros en una obra de 18 meses de duración. A mi me da tembleque cuando el político de turno refiere que tiene como objetivo que se ganen “espacios” de convivencia y participación ciudadana. No sé si me da más jindama el abuso del término espacio o lo del fomento de la participación. Mire usted, que diría Felipe González, la obra supone un fracaso de la gestión municipal porque ya se gastó una millonada en 2006 que ha durado bien poco y ha tenido consecuencias trágicas, como la muerte de un señor por la que el Ayuntamiento tuvo que indemnizar a la familia. Y el juez ordenó una solución urgente en el pavimento.
Que el actual gobierno venda la obra como una iniciativa positiva es pura propaganda. Es una obligación, un mal necesario, porque demasiadas veces nuestros políticos, unos y otros, cometen mamarrachadas con el dinero de los ciudadanos. Unos podrán hablar de la herencia recibida y otros de que los actuales no tienen modelo de ciudad. Seguro que todos tienen la razón, que ya sabemos que genera monstruos de vez en cuando. Aquí pagaremos los de siempre la factura y se beneficiarán los que consigan poner los veladores. Nunca olviden que antes bastaba un autobús para ir de los barrios a la Plaza Nueva. Ahora hace falta un autobús y un tranvía. Y no se le ocurra ir a pie bajo el sol, porque en 2007 perdimos la sombra. La Plaza Nueva es uno de los ejemplos de lugares bellos de Sevilla empeorados en el siglo XXI. Solo ha ganado la capilla de San Onofre abierta las 24 horas y no ha hecho más que perder comercios de nivel y atraer indigentes. Espacio de convivencia, dicen. Los ciudadanos somos los pagafantas. Y no son fantas, precisamente. Llena ahí.
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