La Sevilla saturada y del pendulazo

La aldaba

No puede ser bueno pasar en tan poco tiempo de entonar la letanía de locales vacíos a sufrir una saturación generalizada

Hosteleros timados

El encanto perdido del Centro que todavía atesoran los barrios

Calle comercial del centro de Sevilla
Calle comercial del centro de Sevilla / M. G.

Era ayer cuando recorríamos la Plaza Nueva para contar los persianazos de los comercios que dieron lugar a que se rebautizara el espacio como la milla de oro de la alta costura. Era ayer cuando enumerábamos los negocios caídos en Sierpes o la evolución de la Avenida hacia el sector terciario en detrimento de los bancos. Era ayer cuando analizábamos el efecto de cerrar al tráfico rodado la Avenida, el aislamiento de un centro entregado al turismo y que se volvió inhóspito para el sevillano. Entre los efectos terribles de la crisis financiera de 2008, la ley que actualizó los alquileres y la apuesta decidida por un modelo de calles sin coches, el centro perdió un rosario de firmas comerciales. La letanía de cierres era continua y angustiosa. Era ayer cuando nos explicaban que el local más cotizado y seguro debía tener dos características: pequeño y muy bien situado. Las escasas aperturas era de tabernas de bajo coste en las que los altos directivos despedidos invertían la indemnización para contar con un negocio refugio, como eran denominados en la jerga de una crisis que hundió los ánimos. Pues todo eso era ayer hasta que estalló el boom del turismo y salimos de la pandemia condicionados por una suerte de escapismo vitalista. ¡A vivir que son dos días y en uno de ellos salen hasta tres procesiones extraordinarias! La consultora Inerzia Asesores advierte de que el centro se queda sin locales comerciales libres para el alquiler. Hemos pegado eso tan español del pendulazo.

La saturación no es exclusiva de la piedad popular, ni del fútbol, ni del uso disparado de los espacios públicos para eventos de diverso tipo, ni de las fiestas de navidad, ni de los apartamentos turísticos, ni de las colas en ciertos bares... La ciudad está saturada en general. Y eso exige una gestión muy distinta. Hemos pasado en muy pocos años de un Ayuntamiento con las cuentas caninas que quería cobrar por la tasa de basura a locales sin actividad (una barbaridad que se llegó a plantear para hacer caja) a uno que no tiene un modelo para gobernar una Sevilla saturada como otras grandes ciudades. Quizás solo estamos a la espera de un cambio de ciclo, que la economía sufra una recesión y que se reajusten otra vez algunos parámetros. Era ayer cuando sobraban locales comerciales y habitaciones de hoteles. Hoy nos faltan mesura... y camareros. Volveremos a despeñarnos como un Sísifo atormentado. No puede ser bueno un cambio tan brusco en tan poco tiempo. De gestionar la miseria al engaño de los anuncios de playas urbanas. En un plisplás. No aprendemos. Tampoco nos interesa. Se sufre menos en la ignorancia. Y el azahar está a punto de brotar. Respiren hondo.

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