La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Sevilla se ha quedado pequeña
La aldaba
Una ciudad en la que a las once de la noche del pasado viernes era difícil encontrar que te sirvieran una mera cerveza (sin tapa) en pleno centro, o en la que hay que esperar 40 minutos de media en la parada de taxis del aeropuerto tal como informamos con toda precisión en la edición del lunes, es una urbe que tiene un verdadero problema. Ha crecido por encima de sus posibilidades. Sevilla se ha quedado pequeña hace tiempo. El pasado octubre fue el mejor de la historia del aeropuerto (de bajo coste) de San Pablo. Recibimos casi 840.000 viajeros, lo que supuso un 8,8% más que el mismo mes del año pasado, con una media de 27.000 usuarios al día. Pero el número de taxistas que prestan servicio en la terminal sigue siendo el de hace veinte años, cuando las cifras de viajeros se situaban entre los dos y tres millones anuales en aquella ciudad que estaba todavía con los coletazos de la depresión posterior a la Expo y no sabía qué hacer con tantos hoteles. ¿En qué cabeza cabe que 140 taxistas atiendan a 28.000 viajeros? Lipasam no termina de arreglar las necesidades de limpieza que se han disparado con el turismo, a pesar de que nos constan los esfuerzos de sus directivos y trabajadores, que solo hay que ver el equipo de barrenderos que se sitúan inmediatamente después de cada cortejo supuestamente extraordinario que pueblan las calles. No damos abasto.
Es urgente ponerse las pilas para estar a la altura cuanto antes. Nada hace presagiar que vayamos a menos, no hay un solo indicativo que vaticine menos turistas, menos procesiones, menos atractivos en la calle de cara a la Navidad, menos terrazas de veladores, menos convocatorias lúdicas... Por eso no cabe otra que adecuar la oferta a la demanda. Los 140 taxistas para 27.000 potenciales usuarios dan la medida precisa de la Sevilla de hoy, que parece un niño de 16 años con los pantalones cortos de cuando tenía diez. Se nos ven los pelos de las piernas, cosa que provoca ridículo. La ciudad no está a la altura, acaso parchea para salir del paso, pospone el alumbrado navideño para que no coincida con la Magna y tira de chequera para pagar horas extras a los policías y asegurarse la paz social. Urge un modelo de ciudad que contemple medidas que a corto plazo y medio plazo nos hagan estar preparados para dar respuesta a tanta oferta y a tanto viajero. Si vamos a China para captar chinos empecemos por tener taxis. Si no somos capaces de negociar un aumento de la flota, ¿qué pintamos llamando una y otra vez a las puertas del Gigante asiático? O somos una gran ciudad con grandes servicios básicos, o somos una gran ciudad con dirigentes pequeños y servicios también pequeños.
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