Sevilla de puerta en puerta

18 de diciembre 2024 - 03:09

Lo de la Sevilla dual obedece más a un cliché y, en el fondo, a otra variante de la ciudad ensimismada. No hay sólo dos Sevillas. El díptico no cuadra. Dicho esto, como la contradicción da consuelo a disidentes y fulleros, tal vez podría ser cierto que sí hay dos tipos de sevillanos según la crianza propia o el devenir de la vida. El uno, el intramuros, habita en el arcano íntimo de la ciudad, donde el centro histórico (o sea, el hoy por hoy centro histérico). El otro, el extramuros, procede de la extimidad de Sevilla, allí donde, fuera del anillo melancólico, la periferia ha creado su propia moral, la matria de las afueras.

Juan Miguel Vega, avezado periodista, es sevillano de extramuros, allá donde los pagos de Rochelambert. Su reciente libro (revisado tras una anterior edición), se centra en lo que fuera la linde histórica que antaño demediaba la ciudad. De ahí estas Veintitantas maneras de entrar en Sevilla. Historias de la muralla y sus puertas, que ahora edita El Paseo. Grosso modo, en sus puntos cardinales, el abad Gordillo habló tiempo ha de la puerta de Carmona en el oriente, la de Jerez en el mediodía, la de la Macarena en el septentrión y la de Triana donde occidente. El lector descubrirá aquí, con profusión gráfica, lo que hubo y lo que quedó tras la gran destrucción (la Revolución Gloriosa de 1868 y los murallicidas que vendrían).

La rutina habitada traza sus calles, glorietas y avenidas y a eso lo llamamos el callejero. Pasar por la Puerta de la Carne o por la Puerta Osario nos resulta familiar. Pero es seguro que más de uno ignora los vestigios de la Puerta de Córdoba que aún se ofrecen a la vista junto a la moderna pagoda de la gasolinera de Ronda de Capuchinos. ¿Sabíamos algo acerca de la Puerta del Jabón? Pudo estar por calle Tintes, cerca de la misteriosa calle Verde, donde el célebre trasgo y el enigmático dédalo de San Bartolomé. ¿Y les suena la Puerta de la Victoria? Igualmente visible hoy, pese a la ceguera de tanto paisano, fue el lugar donde el rey San Fernando ondeó su triunfal pendón frente al mahometano. Existió también la llamada Puerta de la Basura, entre el muladar al final de la collación de la Feria y los campos hortelanos de San Gil.

Este libro tiene mucho de obituario por lo perdido. En su veta más urbanita (muy agradecible), el autor ha incluido un apócrifo apéndice de puertas actuales que, no siendo puertas propiamente, sí que son espacios de entrada y salida por entre la circunvalación de los días efímeros, eso que en el fondo somos todos (Gota de Leche, Mercasevilla, San Lázaro, o Chapina). Todo un acierto.

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