Sevilla cambia y evoluciona

La aldaba

Los hechos demuestran que todo cambia y mucho en una ciudad que algunos se empeñan en despreciar por inmovilista

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La Plaza de España
La Plaza de España / Juan Carlos Vázquez

08 de enero 2025 - 04:00

Todavía hay quienes sostienen que Sevilla es una ciudad inmovilista, refractaria a los cambios y que se niega a alterar usos, costumbres y tradiciones. Hay gente que viajará mucho, pero practica poco el mejor periplo posible: la lectura. Una cosa es cierta mentalidad conservadora y otra muy distinta negarse a modificaciones sustanciales del orden establecido en diferentes ámbitos. Tenemos ya una cabalgata que cambió de día por primera vez en 106 años como consecuencia de que anteriormente también cambiaron muchas cosas en ese cortejo de la ilusión, sobre todo la forma de gestionar su composición. No olvidemos, además, que la cabalgata está organizada por una entidad privada, como ocurre con la Fiesta Nacional, que está en manos de la Real Maestranza de Caballería y la empresa que explota la plaza que, por fortuna, sigue siendo la de don Ramón Valencia. ¿Acaso se parece en algo la Semana Santa actual a la de los años ochenta y noventa, no digamos ya a la de principios del siglo XX? Ha cambiado y mucho. ¿Y qué me dicen de la recoleta Feria del Prado que pasó a ser el inabarcable real de los Remedios con aire acondicionado en las casetas, un paseo de caballos regulado por ordenanza y una lista interminable de peticionarios de casetas? Esta ciudad mantiene los núcleos pero muda las pieles y afronta modificaciones, como la Giralda a la que Hernán Ruiz le colocó el campanario.

Sevilla no es nada estática, acaso se enfrasca en polémicas sobre cambios que al final se producen. Solo ha habido dos excepciones recientes que confirman la regla:el edificio municipal del Prado, diseño de Moneo, que se fue al traste, y la por desgracia paralización de las obras de la biblioteca universitaria de Zara Hadid. ¿No cambia y a mucho peor la Avenida de la Palmera, que suma mamotretos amparados por la normativa? ¿No existen el rascacielos en Puerta Triana y las setas en la Encarnación? ¿No se han quedado los días de la Semana Santa colmatados de cofradías y hemos inventado las vísperas?¿No se levantan dos nuevas construcciones en la margen del río a su paso por el Guadalquivir? Deben pararse a reflexionar quienes consideran que esta ciudad es siempre la misma, no evoluciona, no avanza, no acierta y no se equivoca, porque en ocasiones viven del cuento de largar y exagerar una posible mentalidad sencillamente conservadora o amante de las tradiciones. Una exageración que, por cierto, también es muy sevillana. Reivindicamos poco, eso es cierto, pero cambiamos a gran velocidad. Los hechos lo demuestran.

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