Pablo Iglesias, el señorito Iván de la izquierda bochinchera

Quiere poner orden en el cortijo con la escopeta al hombro mientras los leales aguardan su reacción con la gorrilla en la mano

La ministra de Igualdad está achicharrada para la política

Pablo Iglesias
Pablo Iglesias / M. G.

19 de noviembre 2022 - 04:00

Pablo Iglesias es un engañabobos al que muchos calamos desde el principio, cuando hizo currículum como catedrático del parloteo en las tertulias nocturnas televisivas. Desde entonces ya destilaba odio, tenías gatos empadronados en el vientre y, como todos los de su perfil, una gran habilidad para manejar la teoría, el blablablá y el rollo sin untarle manteca al bollo. En la vida cotidiana se cruza uno muchos de este tipo, expertos en ventear humo y en explotar un supuesto piquito de oro, pero a la hora de verdad (gobernar) exhiben la nada que habita en su interior. Son un bluf porque en la vida se puede pensar como se quiera, pero no se puede ser un eterno adolescente. Ahora viste el traje que mejor le sienta: el señorito que vigila a los trabajadores desde el salón del cortijo. A golpe de tuit trata de poner orden en la cuadrilla, embiste contra la prensa y arremete contra los que se ponen de perfil por no salir en defensa de la ministra pesadilla, achicharrada políticamente y a la espera del golpe de hisopo que le desee que brille para ella la luz perpetua de su condición de... ex ministra, que es lo que será más pronto que tarde.

Podemos es un suflé, una gaseosa de venta de carretera, un partido sin más ideología que mantenerse en el poder por el poder, un nido de rencorosos al que un día se aproximaron gente de buena fe porque la crisis económica de 2008 los dejó en una situación precaria. Podemos es él y sólo él, un tipo que es culo de mal asiento, incapaz de ejecutar un presupuesto, de trabajar al servicio del interés general, inhabilitado para tener claras las prioridades de la sociedad. En definitiva, un inútil para las funciones de gobierno. Porque gobernar es trabajar, decidir, no elegir los asuntos a los que uno se expone, sino los que la realidad impone. Y eso ya, ay amigo, dista mucho del bochinche, el tuit, la soflama, el escrache, la fotito ora con coleta, ora con el pelo corto de niño bueno; y, por encima de todo, la oratoria hueca que jamás puede engañar a todos todo el tiempo. Pablo se marchó por todo esto, una realidad que se resume en dos palabras: no sirve.

Solo le interesó la política para escalar, como el que se ordena cura para trepar en los círculos sociales. No tiene vocación, sino ambición. Y ahora, revestido del señorito Iván de la izquierda bochinchera, quiere poner orden en el cortijo con la escopeta al hombro mientras los todavía leales aguardan su reacción con la gorrilla quitada en señal de sumisión. Los jueces, la prensa, los bancos, la Iglesia, el Íbex-35... El mundo entero es de derechas y gira en torno a su ego. Cuánto daño pueden provocar los charlatanes, pretenciosos, visionarios y salvadores de la patria.

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