El señor Pérez va a Madrid

06 de diciembre 2024 - 03:09

Para ser patriota sin patrioterismo es imprescindible que el sentimiento sea sincero, limpio de esa manipulación que inspiró al doctor Johnson su famosa frase: “El patriotismo es el último refugio de los canallas”. Para que este sentimiento pueda expresarse sin retórica hueca es imprescindible el genio creativo. Frank Capra reunía ambas cualidades y por eso sus películas sociales y políticas rooseveltianas de los años del New Deal –La locura del dólar (1933), El secreto de vivir (1936), Vive como quieras (1938), Caballero sin espada (1939) y Juan Nadie (1941)– son, además de obras de arte, tan emocionantemente sinceras.

Caballero sin espada (Mr. Smith Goes to Washington), que volvía ver en esta semana –entre esta película constitucional y la navideña ¡Qué bello es vivir! diciembre es el mes de Capra–, hubiera sido un panfleto patriotero en otras manos menos diestras guiadas por un sentimiento menos sincero. Pero Capra era un genio y creía en el ideal americano porque lo había vivido: el hijo de los inmigrantes sicilianos que llegó en 1903 a los Estados Unidos a los seis años llegó a ser el primer director que logró que su nombre apareciera en los créditos sobre el título de la película y ganó tres Oscar en cinco años: 1935, 1937 y 1939.

En Caballero sin espada James Stewart, el inexperto e idealista senador Smith, visita dos veces el Lincoln Memorial: cuando llega a Washington lleno de ilusión y cuando va a abandonarlo abrumado por la corrupción política. Capra funde imágenes de los padres fundadores, la estatua colosal de Lincoln y la Constitución: “Nosotros, el Pueblo de los Estados Unidos, a fin de (…) asegurar para nosotros mismos y para nuestros descendientes los beneficios de la Libertad…”. Logrando esquivar el patrioterismo. Es más, la película es tan dura denunciando la corrupción política que degrada esta herencia que Capra fue acusado de comunista al presentar tan crudamente la corrupción de los senadores vendidos a los intereses de los magnates.

Ojalá tuviéramos un señor Pérez que fuera a Madrid como Mr. Smith fue a Washington y un Capra que lo filmara. Y ojalá se enseñara en los colegios la Constitución como la única educación para la ciudadanía libre de manipulación ideológica: “La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía…”.

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