Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
No, no te da ninguna autoridad moral recordar que justo tres meses antes de los ataques de Hamas llegabas en peregrinación al aeropuerto de Tel-Aviv, pero sabes que difícilmente repetirás ese viaje en las mismas condiciones. En la retina guardas los rezos del muecín llamando a la oración en la mezquita desde el hotel de Nazaret en el que veías la Basílica de la Natividad; la renovación de los votos matrimoniales en Caná, donde la Virgen invitó a su hijo a hacer el primero de sus milagros para no dejar sin vino a los invitados. No te da autoridad moral contar que has paseado con el mejor de los guías, actual párroco de Triana, por el centro histórico de Jerusalén, o que has encontrado en Cafarnaún, la tierra de Mateo y de Pedro, la austeridad en la que entiendes cómo puede haber tanta riqueza en los que nada tienen. O asombrarte del baño en aguas del Jordán de una familia de etíopes. La tensión se mascaba en lo cotidiano, cuando tenías que cambiar de guía porque Belén y Jericó pertenecían a la Autoridad Palestina.
Tres meses después de aquella visita se detuvo el tiempo. Guerra total en un territorio donde un hombre, que nació en Belén, creció en Nazaret y murió en Jerusalén, dio su vida por la paz en el mundo. Perdónalos porque no saben lo que hacen. Y dos mil años después siguen sin saberlo. Hay un trabajo que es para los analistas, los geoestrategas y los diplomáticos. Con tanta sangre por medio, presumir de entendido es una vulgaridad. Pero hay preguntas que uno se tiene que hacer. Hay gente en España, imagino que también en otros países de la adocenada y pequeñoburguesa Europa, en las horas más bajas de su apasionante historia, que han celebrado el primer aniversario de los ataques como si fuera la conquista de un triunfo deportivo. ¿Quién puede sacar pecho de tanta vesania? ¿Qué artilugio convierte a cobardes asesinos en valientes redentores de no se sabe qué causa?
En la ciudad donde vivo, y en casi todas las de mi país, las comunidades de vecinos toman precauciones para que no les pongan pisos turísticos. Los vecinos se organizan y movilizan contra la instalación de albergues de personas sin techo. Las comunidades autónomas y el Gobierno central se echan los emigrantes como si fueran confeti. No queremos turistas, cautivos ni pobres. Sin distingos de clases sociales, eso sí. Sin embargo, en la franja de Gaza o en Beirut parece que no se andan con tantos remilgos. Se ve completamente normal que haya arsenales de armas debajo de un hospital, túneles en los sótanos de un colegio o que en el mismo bloque de vecinos convivan con personas que son terroristas de profesión. Además de matar a más de mil personas inocentes e indefensas, Hamas hizo dos centenares de rehenes israelíes que añadir a los millones de rehenes palestinos que utilizan como escudos humanos. En esta sed de mal, derechos de autor de Orson Welles, los dos contendientes beben del mismo vaso largo que nunca parece saciar su ansia. Pero el origen de la abyección se sabe dónde está. Donde empezó todo el 7 de octubre de 2023. La semana que los líderes europeos entraron con una guerra en la cumbre de la Alhambra y salieron con dos.
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