Sánchez y su trile perenne

06 de septiembre 2024 - 03:07

La oportunidad deliberadamente perdida por María Jesús Montero de explicar, como era su obligación, en las Cortes Generales qué supondrá para el conjunto de España el pacto que otorgaría soberanía fiscal a Cataluña coincidió –seguro que no por casualidad– el miércoles con el acto propagandístico que el presidente Pedro Sánchez se montó en el Instituto Cervantes para escenificar el inicio del curso político, el segundo de esta legislatura inviable: sin mayoría parlamentaria, con grandes dudas de que pueda aprobar un Presupuesto para el ejercicio de 2025, lo que obligaría a prorrogar por segundo año consecutivo los del año 2023 y con un Gobierno en precario que, además, está bajo la sombra de la corrupción en varios casos judiciales, incluido el que tiene como investigada a su esposa.

Sánchez, consumado actor, pintó a los españoles un cuadro bien distinto y advirtió, una vez más, que hay Gobierno para rato. Nadie duda de que entre sus cambios de opinión también podría incluir el de que un presidente que no tiene Presupuesto debe convocar elecciones.

Entre los frentes abiertos también está la enorme inquietud que en distintos cuadros socialistas genera el pacto que ha permitido a Salvador Illa convertirse en molt honarable. Su respuesta a las críticas es la convocatoria de un congreso ordinario de su partido, aunque adelantado un año, para someter a la organización a una prueba de fidelidad que tendrá fatales consecuencias –congresos territoriales mediante– para los dirigentes que no le secunden: una amenaza de purga en toda regla. Aderezada la misma tarde con la imposición de su ministro José Luis Escrivá como gobernador del Banco de España y el relevo de su jefe de gabinete, al que concede el Ministerio apartadero que creó para consumar la colonización de otra institución clave de la democracia española: una extraña forma de regenerar.

Y es que si algo demostró Sánchez con su teatrillo del Cervantes es que él sigue con su trile perenne. Pretende engañar a todos y todo el tiempo. A Junts con una amnistía que se ha demostrado inaplicable. A ERC con un concierto fiscal que no tiene asegurada su aprobación parlamentaria (aunque es plausible que los republicanos son partícipes del engaño como estrategia electoral, para no repetir elecciones en otoño y armar el artificio de otro agravio español). Y a los españoles en general presentando los supuestos logros de un Gobierno que no ejerce. Queda por saber si también esconde la bolita cuando dice que la legislatura durará.

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