
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
No nos engañen, hablemos de la guerra
Mientras la UE teme que Rusia ataque un país de la OTAN antes de 2030 y se rearma, nuestro Gobierno se parte en dos sin romperse, porque es como esas mujeres que los magos cortaban en dos y después aparecían enteras, sobre la cuestión del rearme. Palabra que, como a Meloni, no le gusta a Sánchez. Prefiere el eufemismo de tecnología de doble uso para endulzar cual Mary Poppins la píldora del gasto en Defensa que no se quieren tragar sus compañeros de gobierno de Sumar –que además piden la salida de OTAN– ni sus apoyos. Pide “hacer pedagogía”, lo que significa crear un relato engañoso que enmascare lo que en realidad se hace. Y se marcha a China, una democracia mucho más fiable que Estados Unidos, para reforzar lazos comerciales y estratégicos.
Es una tradición española instaurada en el siglo XX no participar en las guerras en las que se enzarzan las naciones europeas para que al final las salve Estados Unidos. Por poner el ejemplo de las dos democracias más antiguas y estables del mundo: en la Primera Guerra Mundial el Reino Unido puso un millón de muertos y en la Segunda, medio millón. Y Estados Unidos puso en la Primera ciento setenta mil muertos y en la Segunda, medio millón. España no participó ni en una ni en otra. Tuvimos, eso sí, nuestra cruentísima guerra civil, especialmente fecunda en asesinatos de retaguardia: de los 600.000 muertos que provocó, 55.000 fueron asesinados en la zona republicana y 100.000 en la franquista, a los que deben sumarse los entre 30 y 50.000 fusilamientos en la larga posguerra (por desgracia, al tratarse de una guerra civil, siempre más enconada, cruenta y difícil de superarse que las que se producen entre las naciones, estos datos siguen siendo objeto, no solo de la necesaria investigación y revisión histórica, si no de una utilización ideológica y política que engorda unas listas y adelgaza otras).
España se mantuvo fuera de las dos guerras mundiales bajo regímenes muy distintos. Entre 1914 y 1918 éramos una imperfecta democracia en la que reinaba Alfonso XIII y se turnaban los conservadores Dato y Maura, y los liberales Álvaro de Figueroa y García Prieto. Entre 1939 y 1945 gobernaba Franco y éramos una dictadura en sus años más crueles por la reciente victoria y la connivencia fascio-nazi. Ahora, diga lo que diga o mienta lo que mienta Sánchez, formamos parte de la UE y de la OTAN. Y tenemos obligaciones supranacionales.
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