Sánchez, al límite

15 de marzo 2025 - 03:08

Su capacidad de resistencia es absoluta, así como su capacidad para recuperarse cuando está contra las cuerdas, lo ha demostrado sobradamente. El caso más significativo fue su regreso triunfal a la secretaria general del PSOE después de haber sido expulsado del partido, y ganar unas primarias con todos los elementos en contra; o ser investido presidente del Gobierno sin haber ganado las elecciones. Pero los suyos saben que al menos en dos ocasiones estuvo a punto de tirar la toalla.

La primera, tras la traumática expulsión de Ferraz; la segunda, cuando se tomó cinco días de reflexión sobre su futuro. Se vino abajo ante la implicación de su mujer en presuntos casos de corrupción.

Al perder la secretaría general, entró en una depresión que le llevó a marcharse unos días a Estados Unidos con Begoña para tratar de recuperar el ánimo perdido. Salió adelante gracias a un puñado de compañeros, apenas media docena con nombre y apellidos, que le hicieron salir del hoyo y pelear por recuperar el terreno perdido. En cuanto a los cinco días de reflexión, un sector importante del partido se movió en el terreno de la posible dimisión, con un clima enrarecido por el prestigio perdido, que hacía prever una pérdida también de votantes. Incluso hubo movimientos para tantear a posibles sucesores. Contra todo pronóstico, Sánchez no renunció al liderazgo del PSOE ni tampoco al Gobierno.

Hoy, ante una crisis muy superior a las dos anteriores, le faltan los resortes que en el pasado le han permitieron sobrevivir: no cuenta con los mismos apoyos en el partido, algún personaje clave en el aspecto político y afectivo como Ábalos no está con Sánchez ni a Sánchez le convendría que estuviera, y algunos de los que se colocaron inequívocamente a su lado hoy se han puesto de perfil –algunos incluso dentro del Gobierno– dando así pistas de que al menor indicio de que si las cosas se ponen aún más negras de lo que están, ya no darían un paso al frente para defender a su líder y compañero, no quieren ser arrastrados en la caída.

La pérdida de Ábalos es de máxima relevancia. Por la estrechísima relación que mantenían, hoy rota por la presunta corrupción del antiguo compañero del alma; los socios que le han permitido gobernar hasta ahora le abandonan cuando más los necesita, cuando debe aprobar iniciativas indispensables para cumplir los compromisos de Defensa y, de no hacerlo, empezará a tener serios problemas en Bruselas, donde su descrédito es galopante. Sin los fondos europeos carecerá de los medios para cumplir sus compromisos sociales, y España se puede encender si se incrementan los problemas más acuciantes en capítulos prioritarios como sanidad, educación, empleo o vivienda, muy caros de sostener. Por no mencionar la inquietud ante una situación en la que la palabra “guerra” está en todos los encuentros políticos. La imagen de un presidente débil y presionado por partidos extremistas ante los que cede, augura que a Pedro Sánchez le esperan tiempos de sufrimiento… que no es seguro que pueda superar.

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