¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
DE POCO UN TODO
CAMBIOS vertiginosos. Quienes ayer negaban la crisis no hablan hoy de otra cosa. A cambio, algunos de entre los que, alarmados, avisábamos de la crisis en su momento, gastan ahora un inquietante retintín de esperanza, desde mi punto de vista injustificado.
De esperanza electoral para la oposición, que no tiene otro sueño que ganar una elección como sea. El PP ha renunciado prácticamente a todo con tal de recoger los frutos de la crisis. De ahí su centrismo centrifugado hacia los nacionalismos y su continuo posar de perfil en los temas polémicos como el aborto. El último coñazo de Rajoy, del Rajoy que hace un año nos animaba con un vídeo solemne a exaltar la Hispanidad, ha sido la gota que ha colmado el vaso de la decepción con este hombre que por lo menos parecía un señor serio y bien hablado.
Pero el PP se equivoca en sus cálculos. La crisis no llevará a los españoles a votarles en masa. Si algo está quedando claro en estas primeras semanas de desconcierto es que la intervención de los gobiernos es percibida como imprescindible por el respetable, y en eso los socialistas llevarán siempre ventaja. En períodos de inestabilidad, el votante se vuelve muy partidario de los gastos sociales, de los que hace tiempo que se autoproclamó paladín el sagaz Zapatero.
Más bienintencionada y compleja me parece la postura de los que esperan que esta crisis suponga una necesaria regeneración moral. Uno admira a los que ponen buena cara al mal tiempo, por supuesto, pero me parece que ponerla porque hace mal tiempo es llevar las cosas demasiado lejos. Con frecuencia las desgracias traen grandes oportunidades, no lo voy a negar, pero esperarlas como agua de mayo es un exceso de celo. Hacer de la necesidad virtud está bien y no queda otro remedio, aunque convendría más darse cuenta de que la virtud es una necesidad sin necesidad de que vengan mal dadas.
Los que se regocijan porque gracias a la pobreza seremos austeros, valoraremos el esfuerzo y el trabajo y renunciaremos a las pompas y vanidades del consumo me recuerdan a los que celebran una tenia o una colitis porque les vendrá de maravilla para su propósito de adelgazar. Adelgazar se adelgaza, sí, pero mejor hacerlo con algo de deporte y un régimen saludable.
En el fondo, los que consideran que la crisis es una solución para la política o para la falta de valores de occidente caen de nuevo en el espejismo que ha provocado nuestros problemas. Siguen pensando que la economía es la clave de nuestras vidas. Lo que no se soluciona con dinero tampoco se soluciona sin dinero. Por sí sola la caída de las bolsas no va a levantar los espíritus.
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