¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
En la Sevilla que en los primeros años ochenta del pasado siglo se desperezaba lentamente para dejar atrás cuatro décadas de dictadura, Juan Salas Tornero, que falleció la semana pasada, tuvo un protagonismo apabullante. Su aparición en los medios locales y su presencia en cualquier acto social digno de ese nombre eran constantes. Ríanse ustedes de la omnipresencia actual de Paco Herrero. Juan Salas ocupaba simultáneamente durante aquella época una lista de cargos difícil de reseñar entera. Era, salvo olvido de alguno, presidente de la Confederación Empresarial Sevillana, vicepresidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía, presidente de la Federación de Empresarios del Metal de Sevilla, miembro de la dirección de Confemetal, presidente de la Cámara de Comercio de Sevilla, presidente de la Institución Feria de Muestras Iberoamericana, lo que más adelante sería Fibes, y directivo de Industria Subsidiara de Aviación, que luego sería CASA y después Airbus. Eso por los que respecta a los ámbitos empresariales en los que se movía como pez en el agua y dejando al lado sus devociones religiosas y sus pasiones futbolísticas.
Mientras Manuel Clavero intentaba organizar a la derecha política andaluza, y fracasaba, Juan Salas lo hacía en la derecha económica, con mayor éxito. Formó un tándem eficaz con Santiago Herrero. Ambos se conocieron en las estructuras patronales del sindicato vertical y asumieron el reto de crear la organización empresarial que tenían que hacer frente a los nuevos tiempos, en una Sevilla en la que la izquierda política y sindical sí estaban pujantes. Salas daba la cara y Herrero estaba entre bambalinas fijando estrategias. Lograron movilizar para ese empeño a un grupo de personas de indudable valía como Manuel Otero Luna, dueño del Hotel Inglaterra, Miguel Sánchez Montes de Oca o Antonio María Fernández Palacios.
Durante ese periodo Juan Salas ejerció lo que ahora se llamaría la transversalidad. Sabía que para conseguir sus objetivos tenía que cuajar relaciones en todos los ámbitos, sobre todo los más alejados de los suyos propios, y a ello dedicaba mucho tiempo y energía. Demostró inteligencia. Tanta que supo ponerse en un discreto segundo plano cuando la CEOE, desde Madrid, decidió en 1982 que los empresarios tenían que ser la punta de lanza para que el PSOE no ganara las primeras elecciones autonómicas en Andalucía. Fue la famosa campaña, teledirigida por agencias controladas por José María Cuevas y Santiago Herrero, del gusano comunista que corroía la manzana socialista y de otros excesos y excentricidades.
Salas estaba quitado de en medio y hubo que traer deprisa y corriendo a un empresario de Málaga, Manuel Martín Almendros, que fue la cara de un fracaso sin paliativos: el PSOE consiguió una mayoría absoluta abrumadora. A la patronal se le quitó para siempre las ganas de meterse en política más de la cuenta y con sus propias siglas.
Personajes de una Sevilla cercana en el tiempo, pero sobre la que ha caído un manto de olvido. Una historia que todavía está por escribir.
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