La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
La aldaba
Hay rincones que hieren los sentidos, como decía un eminente jurista al referir hechos delictivos. Como el sevillano se acostumbra con gran facilidad a las barbaridades, no pasa nada porque las cosas que están mal sigan malamente, incluso que vayan a peor. El que se queja, aunque tenga razón, es un amargado. Aquí hay que vivir con esa guasa perenne que ya hasta se ha institucionalizado. ¿No ven los videos cómicos con que nos deleita el señor alcalde cada semana? No hay excepciones, son ya una norma, un criterio de trabajo, una apuesta a la hora de proyectar la imagen campechana y desenfadada del alcalde de la cuarta ciudad de España. La clave no es gestionar bien, sino caer bien. Ocurre que se producen abusos que conducen al hartazgo. O mucho peor: a la impostura. Doctores tiene la Iglesia. Y asesores a sueldo tiene el alcalde para llenar todos los taxis de Sevilla: los pocos que circulan y los muchos que nos faltan. Entre los rincones que son una herida del paisaje está el de la calle Luchana, esos recoletos jardines dedicados a la memoria de un eminente médico como Ismael Yebra. Todos los días hay entre 30 y 40 motos invadiendo la zona y embistiendo contra el templo de San Isidoro. Solo se pudo ver el recinto limpio de vehículos y veladores el día de la boda del hijo de un alcalde hace una década. A ver si se celebra pronto otro enlace de tronío y podemos disfrutar de los jardines en todo su esplendor, porque aquello es un monumento cotidiano a las vespas. San Isidoro es un bien de interés cultural rehabilitado con dinero público. Merece que se cuide el entorno, ¿o no?
Alguien debería buscar una alternativa para el aparcamiento de motos en el centro de Sevilla que no sea la Costanilla, una solución que nos permita disfrutar de la sombra de los hermosos naranjos, de la contemplación de los parterres y de la fachada del edificio catalogado. Los jardines, por cierto, son un terreno propiedad de la Parroquia, por lo que hasta la autoridad eclesiástica podría pronunciarse al respecto. Pero, claro, si lo que importa son los videos de guasa, apaga y vámonos, sobre todo no se olviden de apagar porque la luz está muy cara. Si arreglamos las cosas como el Paseo de Marqués del Contadero, mejor habernos quedado como estábamos, porque pasar de una mamarrachada (el urbanismo duro de 2014) a dos (los toldos de polígono de 2024) es de premio, oiga. Pero sonriamos, que se trata de ser simpáticos. ¿A quién le duele la ciudad? Esta película suena demasiado a repetición barata. Es una serie rodada con los restos del zoidismo. Y eso hiere también a los sentidos. Como las motos en la Costanilla.
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