Los riesgos de la Feria de 2025

La aldaba

Los industriales de la Calle del Infierno y los titulares de casetas renovarán los derechos sin saber la duración de la fiesta

El encanto de un bazar de toda la vida

Ese señor que está ahí al lado

Manuel Alés, delegado de Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Sevilla.
Manuel Alés, delegado de Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Sevilla. / M. G.

18 de septiembre 2024 - 04:00

En el Ayuntamiento huele a Feria, pero con riesgo de resaca. Es lo que tiene la necesaria preparación de las fiestas mayores, que exigen una continua previsión de riesgos. Con todo lo que estamos leyendo y oyendo sobre la celebración de 2025, conviene plantearse dos cuestiones. La primera es que aún no se somete el cambio de la ordenanza a la preceptiva aprobación del Pleno para que la Feria recupere el formato corto (de martes a domingo), pese a que el primero de octubre renuevan ya sus actividades los 350 feriantes de la Calle del Infierno. Y en noviembre, mucho ojo, han de cumplir el trámite los titulares de las casetas. El cambio de la ordenanza, además, debe exponerse antes al público, por lo que difícilmente se pueden cumplir los requisitos para que las cosas se hagan con el rigor y la seguridad jurídica a la que estamos seguros que aspira el señor Alés, delegado de Fiestas Mayores, Procesiones Extraordinarias y Relaciones Complejas con el Consejo.

El personal renovará los derechos sin saber la duración de la Feria. En segundo lugar, si finalmente se aprueba una feria con un día menos, ¿qué ocurre con las tasas fiscales? Los empresarios de las atracciones tendrán que realizar el mismo desembolso (los precios están aprobados en ordenanzas fiscales) pero con una jornada menos. Por su parte, los titulares de caseta tendrán que pagar lo mismo y puede ocurrir que el casetero renegocie y quiera desembolsar menos jurdeles (o reducir el género) al disponer de menos tiempo de venta. Nunca se olvide que a efectos de venta no es lo mismo la pre-feria que un día del inicio de la fiesta con todos sus avíos. Hay una tercera cuestión, como es el riesgo de que no se apruebe el cambio por los daños que se le pueda generar este año a industriales y a titulares de casetas. Tendríamos entonces una Feria de 2025 con el modelo de mi Juan (Espadas). Habríamos vendido mercancía averiada, como el cuento de cobrar por la visita de la Plaza de España. ¿La culpa? De la oposición, no lo duden. Gobernar en minoría es estar continuamente en negociación y en la búsqueda de apoyos, no quemar interlocutores y tender puentes con todos los sectores. No son tiempos para el desdén, las miradas por encima del hombro, las ocurrencias, la bisoñez y la soberbia de las libretas azules. No estamos en la Sevilla de la pre-Expo. Hace tiempo que se derribó el muro de Chapina y que la ciudad se abrió más allá de perspectivas de campanario, sin por ello perder ni renegar (ni mucho menos) de sus tradicionales. Digamos que el Aperol se ha sumado al botellín. A ver si así algunos lo entienden. Ojo al toro de la Feria que está en el chiquero. Se llama marronazo y parece pasado de báscula. 

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