Notas al margen
David Fernández
Los reyes del eufemismo
Notas al margen
EL grado de cinismo y de hipocresía de los políticos es hiperbólico. El PSOE ni disimula. Con tal de aferrarse al poder, le vende su alma y la del Estado al diablo, mientras intimida a los jueces y se apodera de las instituciones. Lo negarán cien veces, pero no les falta descaro llegado el caso. Descanse en paz el espíritu de Montesquieu. Los populares, en cambio, son los reyes del eufemismo. Aznar llegó a referirse a ETA como movimiento vasco de liberación para atraer a los independentistas. Feijóo lo intenta a su manera. Primero abjura de Puigdemont, luego lo usa de coartada para explicar su fracaso y de rondón le envía emisarios para sondear la opción de tumbar al PSOE, quedando en evidencia. Los populares también se retratan al censurar a Sánchez por limitar la acusación popular, casualmente, tal y como en su día defendió el propio PP. ¿En qué quedamos? La reforma judicial que impulsa el presidente como quien encarga un traje a la medida de sus necesidades personales, ha sido rechazada desde todos los ámbitos, incluido el judicial, porque la promueve cuando su entorno y su partido se enfrentan a varias causas judiciales. Pero al compararlo con Franco y Maduro y postularse como guardianes de la Justicia, los populares se pasan de frenada. Intentan tomar el pelo a la ciudadanía como si viviésemos en Caracas y al personal le resultara sencillo olvidar frases tan míticas como aquella de Rajoy: “Luis, sé fuerte”.
El PSOE cada día tensa la cuerda con una cascada de inventos y tropelías que desconciertan al rival. Conmemora la muerte de Franco y los populares caen en la trampa, en lugar de llevar el vino. El PP a veces no se sabe ni lo que quiere, porque suele ir a remolque. Le cuesta tomar la iniciativa. Es el partido de la contradicción y las sensibilidades. Tantas como aconseje la casuística electoral. No hay partido más ambiguo y aquí reside su punto débil, que PSOE y Vox aprovechan. Los electores no saben a qué atenerse porque los populares no se definen. Hoy piden más autogobierno para Andalucía y Madrid, y mañana invitan a recentralizar competencias fiscales y de Educación, sobre todo, donde no gobiernan. Su oposición a Sánchez no puede ser más desaforada. Pero elevan voces tan distintas que no es fácil adivinar qué proponen en inmigración. O qué opinan del ninguneo al castellano en comunidades que presiden como Baleares, Valencia y Galicia. O cuál será su política de pactos con la ultraderecha. Juanma Moreno repudia a Vox. Pero su partido acaba de firmar un acuerdo en el Ayuntamiento de Sevilla para aprobar el Presupuesto que le permite a los de Abascal sacar pecho en la capital de Andalucía. La razón última que ha llevado a los populares al pacto sólo la conocen sus gurús. Lo curioso es que el alcalde, José Luis Sanz, no ve la ultraderecha por ninguna parte. La misma que tanto rechazo causa a Moreno. ¿A cuál de los dos creer?
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