¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Crónicas levantiscas
Fabian Picardo, ministro principal de Gibraltar, acaba de apuntarse un éxito histórico que sería una victoria si hubiese algún derrotado, y no lo hay. Quizás los partidarios de la línea dura con el Peñón, aquellos que ha defendido que la estrategia del sufrimiento de la población gibraltareña acabaría por izar la roja y gualda en Main Street. Felipe González abrió la Verja en 1982 para peatones, después de unas terribles décadas en las que quienes más sufrieron fueron los miles de linenses que tuvieron que emigrar, porque la verdad que no se ha querido reconocer es ésa: las patadas en el culo a los llanitos eran latigazos para la población local española. Aznar acarició la cosoberanía del Peñón, pero los llanitos se rebelaron ante Londres; tal como lo hicieron en el referéndum del Brexit, quisieron seguir siendo europeos.
El acuerdo entre España y el Reino Unido, que debe transformarse ahora en un tratado entre la Unión Europea y Londres, es definitivo. Hace diez años alguien que pasó por excéntrico propuso que la solución del Campo de Gibraltar pasaba por derribar la Verja para que la riqueza del Peñón fluyese hacia la comarca. Y eso es justo lo que se ha acordado este final de año, derribar la última frontera física del interior europeo. Es una solución definitiva, que convierte a Gibraltar casi en el municipio número 46 de la provincia de Cádiz, aunque la Union Jack siga ondeando sobre las rocas calizas.
La Verja cae y se levanta una frontera administrativa, retranqueada sobre la actual, en el puerto y el aeropuerto, pero vigilada por una Policía mandada por España. Un algecireño, un francés o un suizo podrán viajar al Peñón sin pasaporte, pero un inglés tendrá que llevar su cartilla para entrar en la colonia. Esto es lo sustancial del acuerdo, y adelanta lo mucho que el Reino Unido ha perdido con el Brexit, ha perdido la posesión de una colonia y acabará por perder su propia existencia de unión de naciones.
La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, llamó a Juanma Moreno al poco de levantarse de la mesa de negociación y anunciar el acuerdo; hizo bien, que así exorciza el ataque patrio del PP, ya gritará Vox, que es el partidario de los muros. Aunque España ha entregado a Picardo lo que Picardo quería, ha conseguido dos hechos sustanciales: que el Frontex sea comandado por España y sólo por un plazo de cuatro años, al cabo del cual podría entrar la Policía española, y que Gibraltar se avenga a una legislación fiscal más armónica con los estándares internacionales. ¿Que seguirá siendo un paraíso fiscal?, Claro, como Luxemburgo, miembro de la UE.
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