¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Por montera
Sánchez le ha otorgado a la corrupción un doble sentido etimológico cuyos conceptos resultan totalmente antagónicos: acusar y defender. En el origen de esta palabra no existe ni un solo significado que le adorne con alguna gracia positiva, todas definen actuaciones delictivas. Por lo tanto, corrupción es corrupción. Esta segunda acepción inexistente en su raíz encaja a la perfección en el exclusivo departamento de la intrínseca ideología del PSOE y su ya famoso “relato”. Recordemos que Sánchez llegó a la presidencia con la corrupción en la boca acusando a Rajoy de ser un corrupto. La respuesta se la dio el gallego en ese debate : “Ha hecho un esfuerzo por explicarnos que eran contundentes en la lucha contra la corrupción, por eso hace 20 días apoyaba a dos personas que están ahora investigadas en el caso de los ERE. Así de contundentes sois”, replicó a Ábalos, también. La realidad ya se conoce: la mitad del Gobierno socialista andaluz fue condenado por ese sistema de financiación ilegal para robar 679 millones de euros gastados en prostitutas, cocaína y comprar votos. Ahora el Constitucional anula la condena por prevaricación a la ex ministra Magdalena Álvarez. De la Gürtel, 11 implicados siguen cumpliendo su condena en prisión con la salvedad de Camps, recientemente absuelto. La Justicia ha restaurado su honor, pero queda pendiente que las conciencias públicas restituyan su prestigio mediático. Caso contrario sucede tras la decisión del Constitucional que, como denuncian los jueces discrepantes, la sentencia de Magdalena Álvarez ha devastado los límites de la jurisdicción constitucional al “suplantar la función del Tribunal Supremo como máximo intérprete de la ley” puesto que semejante sentencia “ sitúa a los miembros del Gobierno por encima de la ley y con ello derrumba los propios fundamentos del Estado de Derecho e incumple compromisos internacionales adquiridos en la lucha contra la corrupción”. En estas corruptelas está metido el presidente del Gobierno que va borrando delitos de proetarras, golpistas, independentistas, terroristas y corruptos. Ese es su relato, borrar el significado de lo condenatorio según le conviene violando los preceptos democráticos coincidentes con el caso Filesa, otro caso de corrupción del PSOE. Es el sino socialista quien borrará las condenas de sus corrupciones en sede judicial, pero en el relato público siempre serán, por no pagar sus condenas, eternos delincuentes. Como decía Theodore Fontane: desde que tenemos el tren, los caballos corren peor. Desde que tenemos a Sánchez, la democracia va peor.
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