La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lluvia en Sevilla merece la fundación de una academia seria
Sabiendo mi tendencia a mezclar refranes, tal vez no sea la más apropiada para criticar a Feijóo por liarse con los números. Pero llama la atención la tendencia de los líderes del PP a meterse en un jardín. Lo hizo en su día Rajoy con aquello de que “es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde” y lo hace ahora su sucesor con “la regla del 2: en vez de dos es 22, pero es dos, es dos por diez”.
Núñez Feijóo se comprometía a llegar a los 22 millones de afiliados cuando acabe la próxima legislatura. Con lo que ha dicho, hubiera suspendido, seguro, el polémico examen de Matemáticas que ha servido este año para hacer criba en el acceso a la Universidad; ese que hasta hizo llorar en la antigua Selectividad y que ha movilizado a medio estudiantado andaluz exigiendo que se impugnara la prueba.
Pero el examen del político gallego es el 23-J y cuesta pensar que le vaya a pasar factura. No a las puertas de una campaña que se desliza como epílogo de una ola azul de victorias y que va directa a las entrañas. Por eso cuesta tanto entender el interés por perderse en la frialdad de los números. ¿Todo tiempo pasado, cuando era el paro y la economía lo que despejaba el camino a la Moncloa, fue mejor para el PP? ¿Es una maniobra de distracción para quitar el foco de las negociaciones con VOX?
Porque es otro galimatías que Bendodo hable de “matemáticas de Estado” (esa lección también me la perdí en el instituto) para explicar la manga ancha de su partido cuando lo que está en juego son los sillones del poder.
La “regla del 2” ya le ha servido a Pedro Sánchez para preguntar al líder de la oposición si se refiere al doble sueldo que cobra (y que aún no conocemos) por su partido y como senador y, en plena ebullición del periodismo de datos, ha sacado a una legión de avezados economistas buceando en la hemeroteca para llegar a una conclusión con efecto bumerán: Feijóo promete menos empleo que el que creó Rajoy en su momento (1,1 millones) y mucho menos que el que heredaría de Pedro Sánchez (1,5 millones).
La parábola dialéctica de Rajoy sigo sin pillarla pero, siendo honesta, a Feijóo se le puede entender. Otra cuestión es si nos hacemos la pregunta incómoda, la realmente importante, que debería venir después: qué tipo de empleo. Porque no es ser camarero, ni siquiera en un idílico “verano azul” junto a Chanquete, a lo que hoy aspiran los miles de jóvenes que irrumpen en el mercado laboral. ¿Demasiado para aplicar la regla del 2?
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