Carlos A. Font

Los refugiados alemanes en Andalucía

La tribuna

04 de junio 2016 - 01:00

LA Primera Guerra Mundial (1914-1918) sembró de cadáveres y ruinas los campos del Viejo Continente. Esta luctuosa realidad obvia el hecho de que se combatió en todos los mares y en las colonias. En febrero de 1916 era un hecho evidente que las tropas alemanas del Camerún no resistirían mucho tiempo el asalto aliado y decidieron refugiarse en el territorio neutral español de la Guinea para evitar el cautiverio aliado. Las alarmas sonaron en el gobierno de Madrid y se publicaron en prensa los primeros análisis, como el que hizo, con cierta originalidad, Manuel González Hontoria: " El único territorio español contiguo en que se han batido los beligerantes es la Guinea continental, enclavada en la posesión alemana de Kamerun. Si para hacernos una idea imaginamos que nuestra Guinea son las provincias de Cádiz y Sevilla, y Kamerun el resto de España, el Muni sería el Guadalquivir, y Ukoko la punta de Malandar, en la provincia de Huelva". La comparación de la situación de Guinea con los territorios de Andalucía resultaría profética pues sería la puerta de entrada de los alemanes del Camerún en España.

Una vez finalizados los combates, centenares de soldados alemanes junto a soldados nativos (áskaris), y miles de civiles camerunes se internaron en territorio español en África. El gobierno de Madrid, presidido por el liberal (y aliadófilo) Romanones decidió trasladar el contingente alemán a la Península. Después de una breve escala en las Islas Canarias, los alemanes realizaron el viaje a la Península en los vapores Cataluña e Isla de Panay, escoltados por el crucero Extremadura. Al desembarcar los expedicionarios alemanes en el puerto de Cádiz, escoltados por la Guardia Civil, lo primero que hicieron fue invadir los restaurantes y cervecerías, agotando en pocos momentos las existencias de carnes, queso y cerveza. Los vendedores ambulantes de naranjas y tortas, así como los betuneros y los mozos de cuerda, hicieron verdaderos negocios, pues los expedicionarios lo pagaban todo espléndidamente. Diez alemanes ingresaron en el Hospital militar, enfermos de paludismo. Los restantes marcharon a los trenes especiales que los conducirían a sus siguientes destinos: Sevilla y de ahí se distribuirían hacia las ciudades de Alcalá de Henares, Zaragoza y Pamplona, como destino final de su viaje. En Sevilla el recibimiento que les dispensó la ciudad a los alemanes del Camerún fue sencillamente apoteósico. En la capital andaluza fueron agasajados por los alemanes residentes en la ciudad como el cónsul Otto Engelhardt, y tratados con respeto, como si fueran héroes, por las autoridades militares y civiles de la ciudad. El pueblo sevillano brindó, también, una calurosa bienvenida a estos personajes que llamaban la atención por su aspecto y por las historias que contaban de ellos. El diario El Correo de Andalucía, de carácter conservador y católico, desplegó una información muy amplia dedicándole el editorial del 5 de mayo de 1916. El diario destacaba lo siguiente: "Desde primera hora de la tarde los andenes de la estación de San Bernardo presentaban ayer un aspecto animadísimo. Allí se habían dado cita todas las personas que integran las colonias alemana y austríaca de Sevilla, para recibir a los alemanes procedentes de Cádiz. (…) Todo cuanto se diga del entusiasmo, del patriotismo exaltado, de la alegría que en todos reinaba, resultaría pálido. Las bellas y distinguidas señoras y señoritas arrojaban al tren flores. Los vivas a España y los hurras se sucedían."

La administración militar española dispensó a los alemanes un saquito que contenía una suculenta merienda compuesta por una tortilla de jamón, ternera, pescado, frutas, queso, vino y pan. El espléndido almuerzo fue muy agradecido por los alemanes, haciendo grandes elogios de la hidalguía española. Después de este apoteósico recibimiento los alemanes se dirigieron a Utrera y después, en Bailén, hicieron una parada en la estación de Espeluy donde les fue servida una comida genuinamente alemana con salchichas y sauerkraut.

El paso de los alemanes del Camerún por Andalucía fue breve pero intenso. Unos alemanes derrotados en una colonia lejana se acogía a los buenos oficios de la neutralidad española. Fue tal el alivio de los alemanes por la política humanitaria española durante la guerra que declararon: "no tendremos nunca palabras suficientes para agradecer a España todas las atenciones que ha tenido con nosotros desde que nos acogimos a su territorio". España hizo un favor a la paz en la más terrible de las guerras.

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