Recuperar la fe será una tarea difícil

Siempre hay un después y el que viene al pelo se antoja preocupante. Tras las barrabasadas que están perpetrando los árbitros a ver si se recupera la sensación de imparcialidad que debe presidir sus actuaciones. Y no me refiero a los árbitros futbolísticos, sino a los que deben patronear una ciudadanía mediante la colocación adecuada de las líneas que delimitan el campo. Tropelías en cascada por parte de quienes están obligados a obrar con justicia y que han tomado la senda del servilismo al Gobierno. Claro que quien avisa no es traidor y ya fue muy transparente Sánchez cuando dio la respuesta más abyecta que ha conocido esta democracia. ¿De quién depende el fiscal general? Pues eso, se preguntó y contestó en pocas palabras para aclarar que el fiscal general no es del Estado sino del Gobierno. Qué panorama.

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